lunes, 24 de noviembre de 2014

Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán

Gonzalo Fernández de Córdoba († 1515) fue el genial militar al cual se debe en gran parte los resonantes éxitos de los Reyes Católicos, primero en la Guerra de Sucesión contra Juana “la Beltraneja” (1475 – 1479), luego en la conquista del reino musulmán de Granada (1482 - 1492), y principalmente en su expansión en el sur de Italia (1494 – 1498 y 1501 – 1504), que es donde pudo demostrar todos sus dotes como estratega. Desde joven fue una persona carismática, lo cual complementaba con su gran liberalidad que era “no solo por encima de su condición social, que era débil, sino incluso por encima de la razón humana”. Su hermano mayor asustado ante tales derroches le escribió para que dejase tales locuras. Gonzalo de inmediato le respondió diciendo: “Hermano Alfonso ciertamente no me arrebatarás la magnanimidad que me dieron los dioses, insinuando el vano temor de la pobreza futura”.
En su vejez, siendo ya primer virrey de Nápoles, también recaerán sospechas sobre sus manejos financieros, esta vez por un airado Fernando el Católico, al ser informado por los cuestores reales que existía gran disparidad entre el gasto real y el justificado. Gonzalo simplemente dijo que al día siguiente presentaría unas cuentas más detalladas. En efecto al día siguiente presentó un escrito en el que solo había dos rúbricas pero con el cual los números cuadraban perfectamente: uno era el dinero dado en limosnas a pobres, sacerdotes y monjas, y el otro dado en secreto a espías con el cual se habían ganado batallas y conquistado el reino de Nápoles. “Entendiendo la argucia, Fernando impuso silencio al infame asunto”.
El Gran Capitán tras la batalla de Ceriñola encuentra el cadáver de su rival Luis de Armagnac. Cuadro al óleo de Federico de Madrazo

Como es habitual con los grandes personajes, alrededor de sus hechos reales se entretejieron dichos y anécdotas que exaltaban su personalidad. Una de esas historias populares era el supuesto amor platónico entre la reina Isabel y Gonzalo, la cual fue recogida por su primer biógrafo, y que fue contemporáneo, el historiador italiano Paolo Giovio († 1552), el cual escribió la biografía hacia el 1525 (aunque no fue publicada hasta 1549). Posteriormente otros autores en diferentes idiomas lo repetirán. Incluso algunos tratarán de buscar esa supuesta mutua atracción entre ambos a los años juveniles. Giovio no dice nada al respecto, pero quizás esa idea la sacaron otros autores de una mala interpretación del pasaje donde Giovio dice que Gonzalo “a regina tenerius adamari”. Teniendo en cuenta que “tener, tenera” puede significar “joven”, algunos quizás pudieron traducir mal y entender que Gonzalo “era amado por la reina desde joven”. O quizás simplemente fue producto de una elucubración basada en la efectiva cercanía de Gonzalo en los círculos cercanos a Isabel.
Un hecho que es indudable es que, al menos tras la muerte de Gonzalo, esos rumores existían, aunque coincidiendo en que se habría tratado de un amor “cortés”, es decir aquella devoción casta, aunque erótica, exaltada en la literatura medieval.

Paolo Giovio, Elogia Illustrium Virorum Vitae, De Vita et Rebus Gestis Consalui Ferdinandi Cordubae Cognomento Magni, Florencia 1549, lib. 1, p. 182-183. (También he tenido en cuenta la edición de Florencia 1551).


No careció aquella victoria de un memorable prodigio, pues no mucho antes que se entregase Granada, saltando una llama nocturna desde un candelabro y atizada por el soplo de la brisa, lamiendo poco a poco las cortinas, devoró de tal modo la tienda de la reina que la espaciosa estancia regia se incendió antes que pudiesen socorrerla echando cubos de agua, quemándose casi todo el ajuar de las habitaciones.
Non caruit ea victoria memorabili ostento, nam non multo antequam Granata dederetur, ex nocturni luminis candelabro flamma emicans et ventilata aurae flatibus, vela sensim lambens, reginae tabernaculum ita corripuit vt regia magni ambitus tentoria priusquam allatis hydriis succurri posset, incenderentur concrematoque toto penitus lectorum instrumento.
La reina casi desnuda se arrojó fuera, y no le quedó absolutamente nada de los selectos adornos femeninos de su ajuar de lino con que cubrirse; pero el rey aunque asustado, tras superar el miedo, en la brillante llama vio el buen presagio de una próxima victoria.
Regina fere nuda in apertum se proriperet, nec ei quicquam ex muliebri secretiore cultu linteae suppellectilis quo se contegeret, omnino relinqueretur; rege quidem exterrito, sed mox extra metum posito, paratae victoriae ex elucente flamma omen accipiente.
Entonces Gonzalo, viendo ocasión de alcanzar el favor de la reina, mandó a su mujer [María] Manrique, que estaba en el vecino castillo de Íllora, que entregase a la reina, despojada de toda la necesaria gala de túnicas y mantas, todo lo que ella tuviese de su ajuar nupcial, y la abundancia de trajes de lino del trabajo casero de muchas criadas bordando.
Tum Consaluus, parandae ab regina gratiae occasionem agnoscens, Mauricam vxorem, in proximo Hilorae castello considentem, admonuit vt reginae, toto tunicarum et lodicum necessario ornatu exutae, quicquid ipsa haberet ex mundo maritali, et domestico multarum ancillarum acu pingentium labore linteae vestis copiam largiretur.
No faltó en la opulenta casa de esta generosa mujer más esplendida (si es posible decirlo) que su liberalísimo esposo, cosas para cumplir el deber de una inmensa y pronta generosidad por encima de la expectativa de Gonzalo y el deseo de la reina. Pues en la ofrenda se mandaron rápida y oportunamente tantos y tales adornos femeninos que se pensaría que podían igualar la opulencia regia.
Non defuere in opulenta domo apud generosam foeminam (si dici fas est) ipso coniuge liberalissimo splendidiorem, quae supra spem Consalui votumque reginae immensae atque expeditae liberalitatis munus implerent. Dono enim celerrime opportuneque transmissa sunt tot et tanta muliebris vsus ornamenta vt regiae opulentiae aequari posse censerentur.
Entre ellos habían cortinas de preciosas telas y trabajo, con juntas reticulares, bordado por doquiera con oro y adornado con púrpura en todos los bordes, dignísimos de lechos nupciales de reyes.
In his erant pretiosi operis textilisque materiae conopaea, reticularis commissuris, insutoque passim auro et purpura vndique limbos depingente, nuptialibus regum thoris dignissima.
Y la reina hasta tal punto contempló con mirada feliz los elaborados detalles de camisas, túnicas, mantas y pañuelos de toda clase finísimamente bordados, que aunque juzgándolo un inestimable derroche de arte precioso y delicado, sobre todo quedó admirada por la diligencia y celeridad, ya que esos dones parecían como si hubiesen sido oportunamente previstos y hechos hace muchos años en vista de aquel incendio.
Sed interularum, tunicarum et lodicum sudariorumque omnis generis scitissime acu pictorum operosas amoenitates vsque adeo regina laetis oculis mirata est vt, quum sumptum subtilissimae pretiosaeque artis inaestimabilem iudicaret, vna maxime diligentiae et celeritatis admiratione teneretur, vt ea dona tanquam in eum incendii casum multis ante annis opportune prouisa atque elaborata crederentur.
Al llegar Gonzalo la reina le dijo en broma cariñosamente que el repentino azar del incendio le había redundado a ella en gran beneficio, porque desde su incendiada tienda el inoportuno fuego había invadido con rapaz violencia la casa del mismo Gonzalo.
Superueniente autem Consaluo regina cum eo his erga eum verbis blande iocata est, repentinum eius incendii casum sibi magno commodo cessisse, quod ab incenso tentorio suo importunus ignis in ipsius Consalui domum rapaci violentia peruasisset.
Aquella generosidad, siendo un don inesperado, de tal modo obligó el ánimo de la reina que ella en todas sus conversaciones no dudaba en alabar efusivamente a Gonzalo y anteponerlo a todos en cuanto a valor y gentileza, hasta el punto que muchos creyeron que Gonzalo era amado tiernamente por la reina; sin embargo ella era de una indudable e invencible castidad, y Gonzalo mismo acababa todas las bromas con insigne modestia.
Ea liberalitas, inexpectato munere, reginae animum ita obstrinxit vt ea omnibus sermonibus vnum Consaluum virtutis atque elegantiae nomine cunctis praeferre effuseque laudare non dubitaret, vsque adeo vt nonnulli Consaluum a regina tenerius adamari crederent; quanquam ea esset certissimae atque inpenetrabilis pudicitiae, et ipse Consaluus iocos omnes insigni verecundia terminaret.

sábado, 25 de octubre de 2014

La Leyenda de la papisa Juana (I): las fuentes más antiguas

Una mujer sumamente inteligente, disfrazándose de hombre, logra infiltrarse en la jerarquía católica y alcanzar la tiara pontificia, pero en el ápice de su gloria ocurre un hecho inesperado: durante una procesión la heroína da a luz un niño ante el estupor de todos y muere. Solo el trabajo colectivo de la fantasía popular fue capaz de crear esta versión medieval y femenina de Ícaro que desafía con ingenio los límites celestiales infranqueables, pero que en el mismo momento en que parece haber triunfado, de improviso lo natural y lo sobrenatural se conjugan para hacer fracasar tal osadía.
El lector moderno encontrará sobre este argumento muchos artículos, pero por desgracia casi ninguno (por no decir abiertamente ninguno) se detiene con seriedad sobre los pilares en los que se funda este relato, es decir los textos latinos más antiguos que lo transmiten. La atenta lectura y comparación de los testimonios más antiguos arrojará una luz más clara.
Antes hay que declarar que debe descartarse la presencia de esta leyenda en el Chronicon del monje irlandés Marianus Scotus († 1082), en la Chronica del monje benedictino Sigebert de Gembloux († 1112), en el Liber pontificalis del  bibliotecario francés Petrus Guillermus († c. 1142), en la Chronica del obispo alemán Otón de Freising († 1158), en la Chronica del benedictino Richardus Pictaviensis († 1173), en el Pantheon del capellán imperial Gotifredus de Viterbo († c. 1198), y en los Otia imperialia del erudito Gervasio de Tilbury († c. 1235). Me ha parecido oportuno citar nominalmente estos autores, porque todavía en muchísimos artículos se les sigue citando como fuentes de la leyenda de la papisa, a pesar que desde el s. XIX se sabe con absoluta certeza que la leyenda fue agregada en esas obras por otras manos posteriores entre el s. XIV-XVI.

Ilustración del s. XV de la papisa Juana, en J. Enikel, Weltchronik, Cod. Pal. Germ. 336, f. 203r. (Foto de Wikipedia).
 Los textos genuinos más antiguos que recogen esta leyenda por escrito y que han llegado hasta nosotros son de la segunda mitad del s. XIII. El orden en que los cito no prejuzga ninguna relación de dependencia.

A) La primera edición (a. 1250) de la Chronica universalis mettensis verosímilmente fue escrita por el dominico Jean de Mailly († c. 1260), y en el manuscrito más antiguo la leyenda no aparece en el cuerpo del texto sino al pie de la página que se ocupa de los papas y emperadores de finales del s. XI. Esta nota fue escrita por una mano distinta a la que escribió el cuerpo, y es difícil saber si fue hecha con aprobación del autor o posterior a su muerte, pero en cualquier caso fue añadida poco antes o después de la muerte del autor. Sea quien sea quien la añade, no lo agrega como un hecho cierto sino que está por verificar.

Chronica universalis mettensis, en MGH, SS, t. 24, p. 514:
Indaga sobre cierto papa, o más bien papisa porque era mujer, la cual simulando ser hombre, por la agudeza de su ingenio fue hecho notario de la curia, luego cardenal, y finalmente papa.
Require de quodam papa, uel potius papissa quia femina erat, et simulans se esse uirum, probitate ingenii factus notarius curie, deinde cardinalis, et tandem papa.
Cierto día, al subir al caballo, parió un niño. Y de inmediato atados sus pies por la justicia romana, es arrastrado de la cola de un caballo, y apedreado por el pueblo a lo largo de media legua.
Quadam die, cum ascenderet equum, peperit puerum. Et statim romana iusticia ligatis pedibus eius, ad caudam equi tractus est, et a populo lapidatus per dimidiam leugam.
Y donde murió, ahí fue sepultado. Y ahí está escrito: “Oh Pedro, padre de padres, tendrás que mostrar el parto de la papisa”.
Et ubi obiit, ibi sepultus fuit. Et ibi scriptum est: “Petre, pater patrum, papisse prodito partum”
Inmediatamente después fue instituido el ayuno de las cuatro témporas, que se llama “ayuno de la papisa”.
Sub ipso institutum fuit ieiunium quatuor temporum, et dicitur “ieiunium papisse”.
Nota: “Prodito” es un imperativo futuro, un matiz del latín para indicar una acción que debe seguir cumpliéndose en el futuro. Su significado es el de “revelar, dar a conocer, hacer público algo”.
Las témporas eran tres días (siempre caían miércoles, jueves y viernes) de ayuno y se realizaban 4 veces al año, más o menos según las 4 estaciones (= tempora).
Abajo a la izquierda puede verse la anotación de la leyenda en la Chronica universalis mettensis, BNF Ms. lat. 14593, f. 259r.
 B) El Tractatus de diversis materiis praedicabilis del dominico francés Etienne de Bourbon († 1261), una obra que no es histórica sino una recopilación de historias edificantes para usar en la predicación al pueblo, también incluye esta leyenda. El autor no específica cuál es su fuente, pero muchos estudiosos afirman (quizás demasiado a prisa) que lo copió de la Chronica universale mettensis, apoyados en las semejanzas de ambos textos.

Etienne de Bourbon, Tractatus de diversis materiis praedicabilis, pars 5 (De dono consili), art.: de prudentia, (BNF, Ms. lat. 15970, f. 574r).
Ocurrió una admirable audacia, mas bien locura, hacia el año del Señor 1100, según dicen las crónicas.
Accidit autem mirabilis audacia, immo insania, circa annum Domini MC, ut dicitur in cronicis.
Cierta mujer erudita e instruida en el arte de persuadir, asumiendo ropas masculinas y fingiendo ser un hombre, vino a Roma.
Quaedam mulier litterata et in arte monendi edocta, assumpto uirili habitu et uirum se fingens, uenit Romam.
Y dotada de tanto empeño como erudición, es hecha notario de la curia, después, con ayuda del diablo, cardenal, después papa.
Et tam industria quam litteratura accepta, facta est notarius curie, post, diabolo procurante, cardinalis, post papa.
Ella estando encinta, al subir *, parió. Al saber esto la justicia romana, tras atarle los pies a las patas de un caballo, es arrastrada fuera de la Urbe, y a media legua fue lapidada por el pueblo.
Hec impregnata, cum ascenderet *, peperit. Quod cum nouisset romana iustitia, ligatis pedibus eius ad pedes equi, distracta est extra Urbem, et ad dimidiam leucam a populo lapidata.
Y donde murió, ahí fue enterrada. Y sobre la lápida puesta sobre ella se escribió este verso: “Impide, Padre de padres, que se difunda el parto de la papisa”.
Et ubi fuit mortua, ibi fuit sepulta. Et super lapidem super eam positum scriptus est uersiculus: “Parce, Pater patrum, papisse prodere partum”.
He aquí a que detestable final conduce tan temeraria audacia. Tales son similares al diablo que quiso hacerse semejante al Altísimo e igualar su grandeza.
Ecce ad quam detestabilem finem ducet tam temeraria praesumptio. Tales sunt similes dyabolo qui uoluit sibi usurpare similitudinem Altissimi et sublimitatem equalare Eius,
Nota: Etienne ha omitido en *: “al caballo” (= equum).
Parce” está en imperativo y “prodere” en infinitivo.

C) La primera edición de la Chronica minor auctore minorita erphordiensi fue escrita por un anónimo fraile franciscano de Erfurt (Turingia), el cual escribió hasta el a. 1265.

Chronica minor de Erfurt (c. 1265) MGH, SS, t. 24, p. 184
Hubo otro antipapa, cuyo nombre y años de gobierno se ignora.
Fuit et alius pseudopapa, cuius nomen et anni ignorantur.
En verdad era una mujer según declaran los romanos de buen aspecto, gran sabiduría y, en apariencia, de vida ejemplar. Ella se ocultó con ropa masculina hasta que es elegida papa.
Nam mulier erat ut fatentur romani et eleganti forme, magne sciencie et, in ypocrisi, magne uite. Hec sub uirili habitu latuit quousque in papam eligitur.
Y ella durante el papado quedó embarazada, y estando preñada el demonio públicamente en una audiencia reveló el hecho ante todos, gritando al papa este verso: “Oh papa, padre de padres, tendrás que mostrar el parto de la papisa”.
Et hec in papatu concepit, et cum esset grauida, demon in consistorio publice coram omnibus prodidit factum, clamans ad papam hunc uersum: “Papa, pater patrum, papisse pandito partum”.
Nota: “Pandito” es un imperativo futuro, cuyo significa básico es “desplegar, extender, abrirse” y también “dar a conocer, hacer público”. Puesto en boca del diablo por su doble sentido entre blasfemo y obsceno. “Partus” significa la acción de parir, pero también el fruto del parto, es decir la criatura.

D) Dos textos no escritos en latín. La historia versificada Weltchronik del poeta vienés Jansen Enikel († c. 1290) también pertenece a esta grupo de textos primarios de la leyenda, pero no lo incluyo porque al estar escrito en alemán medieval sale de nuestro campo.  De todos modos es un texto que no ofrece ningún dato, pues se limita en sus versos a mostrar la paradoja de una mujer (sin dar su nombre) que llega a ser papa. La papisa junto con Silvestre II, que el autor considera siervo del diablo, son puestos como ejemplo de papas indignos. El texto puede verse en: Jansen Enikel, Weltchronik, V, 22285 – 22320, en MGH, Dt. Chron., t. 3, p. 434.

Por esta misma época Jacob van Maerlant ( c. 1299) escribió otra historia versificada en flamenco en la que también alude brevemente a la papisa Juana aunque declara que: “Niet en bem ie vroet of claer / weder het favele es of waer” (= yo no tengo claro ni cierto / si esto es una fabula o es verdadero): Jacob van Maerlant, Spiegel Historiael, IV, boek 1, 42, n. 69-70, Leiden 1863, p. 220.



El parto de la papisa. Boccaccio, De mulieribus claris, Spencer Collection Ms 033, f. 69v. (Foto de Wikipedia).
Comparación entre los textos
Las semejanzas entre los relatos A) y B) son evidentes, y a partir de esto se ha  afirmado que la Chronica universalis es la primera y única fuente escrita que canalizó la leyenda, y por tanto todos los demás escritos serían reflejo o deformación de ella.
Sin embargo la comparación de A) y B) muestra que hay diferencias que no se pueden explicar con esa hipótesis.

A) Chronica universalis
B) Tractatus de Etienne
… por la agudeza de su ingenio ….
… erudita e instruida en el arte de persuadir ...

… vino a Roma.
…. apedreado por el pueblo a lo largo de media legua.
…. es arrastrada fuera de la urbe, y a media legua fue lapidada por el pueblo.
“Oh Pedro, padre de padres, tendrás que mostrar el parto de la papisa”.
“Impide, Padre de padres, que se difunda el parto de la papisa”.

Es notable que en A) faltan dos elementos claves de la leyenda: que ella había estudiado y que era extranjera, pues ese vuelo previo a su llegada a Roma es esencial para construir la figura de la heroína y entender su triunfo y glorificación. Es evidente que estos dos elementos Etienne no los pudo tomar de A), y es demasiado suponer que él mismo, al compilar su voluminosa recolección de anécdotas (más de 600 folios), en un rapto genial trazó dos líneas básicas de la leyenda.
Más sencillo y verosímil es pensar que Etienne está copiando, pero no la Chronica universalis, sino otro texto muy similar, una fuente escrita más antigua de la leyenda.
La tercera diferencia parece que confirma esta nueva hipótesis, pues ahí se nota claramente que es Etienne que resume o copia mejor la fuente. Es más lógico el relato que dice que fue llevada a media legua de distancia de la ciudad para ser apedreada ahí, y no que fue apedreada a lo largo de media legua. (Pero hay que notar que en B la frase “cum ascenderet” ha omitido por descuido “equum”, que le da pleno sentido. Es el único pasaje en que A se muestra superior a B).
En este momento incluso podemos pensar que A) copió a B), y no al revés. Sin embargo la cuarta diferencia quizás nos lleve más allá. Ambos epitafios son muy diferentes. El epitafio de A es una cruel burla contra el pontificado, que parece fuera de lugar en un epitafio. En cambio el epitafio de B es más coherente con el tenor del relato: es una piadosa y avergonzada súplica a Dios. Aquí también la jerarquía queda mal parada, pero a nadie le importa aquí las consecuencias teológicas, sino que la atención sigue en la heroína. Ella sigue siendo la protagonista. Es el remate final de su epopeya: ya ha pagado caro su osadía, pero su sombra alargada sigue estremeciendo a la jerarquía. Esta conclusión además sirve para explicar que el hecho no se haya difundido por los canales oficiales. Así mientras más se niegue, más firmemente se arraigará la leyenda en la mente de todos.
El epitafio de A), muy similar al de C), puede interpretarse como un error fortuito al transcribir el relato, cambiando “parce”, por “Petre”, y “prodere” por “prodito”, lo cual habría forzado una nueva interpretación del final.
Otra explicación sería que A) y C) siguen una tradición muy parecida pero con un final distinto al de B). De hecho C) muestra un final bastante distinto, donde desaparece la muerte de la heroína y es el demonio quien le roba el papel protagonista. Lo curioso es que en C) la frase final tiene pleno sentido, pero ya no como epitafio, sino puesta en boca del diablo.
Podemos pensar entonces que el final de A) y C) proviene de otra fuente. Esa otra tradición no tiene porque ser escrita, pues ya que la leyenda gozaba de gran popularidad debían existir distintas versiones orales. Por lo tanto los tres textos que han llegado a nosotros parecen ser una pequeña muestra de un trasfondo oral más antiguo, complejo y variado. O dicho con otras palabras: no fue un texto escrito el que originó la leyenda, no fue un escritor el que forjó la leyenda, no existe "una versión original", sino que ella debió surgir de la fantasía popular que a partir de un núcleo duro (mujer que llega a papa y es descubierta al dar a luz) fue construyendo diversas variantes.
En próximas entradas veremos que el estudio de la transmisión escrita de los siglos siguientes confirma que detrás existía un fértil “humus creativo popular”, el cual continuó enriqueciendo con detalles y variantes el núcleo de la leyenda, a pesar del "efecto ancla" de los textos escritos, que intentaban delimitar y fijar los contornos del relato, y a veces instrumentalizarla y reducirla a un simple "ejemplo de la necedad y presunción femenina" (y en esto el primero fue Etienne). Pero eso lo veremos en detalle en otra ocasión.

En conclusión: la comparación de los textos más antiguos nos muestra que la transmisión escrita no tuvo un desarrollo lineal, pues todos escriben en un arco de pocos años y las variantes no se pueden explicar únicamente por una única fuente escrita anterior perdida (aunque sin duda ya debió existir algún texto anterior a los que han llegado hasta nosotros). La leyenda tenía un sustrato oral más antiguo, variado y extendido que su reflejo en las fuentes escritas. La puesta por escrito sirvió para perennizar la leyenda, pero al mismo tiempo la sometió al “lecho de Procusto” de la ideología de los redactores, los cuales, al copiar, cambiar, o suprimir, intentaron encauzar la “carga explosiva” de la leyenda a sus propios intereses. Siglos después podemos decir que ellos fracasaron en tratar de cabalgar e instrumentalizar la poderosa leyenda fraguada de la inagotable, incesante y variada imaginación popular.

viernes, 26 de septiembre de 2014

ROLDÁN PREFECTO DE LA MARCA DE BRETAÑA


El a. 778 Carlomagno pensó que todas las circunstancias le eran favorables para asestar un golpe decisivo a la amenaza musulmana que se agazapaba en la península ibérica. El año 774 había destruido el reino longobardo y deportado a Desiderio, su último rey, aquietando así las cosas en la península italiana; los revoltosos sajones estaban momentáneamente en paz tras la campaña del 776-777 y el bautismo de gran parte de ellos. El norte de la península ibérica entonces era un “todos contra todos”, en que cada pequeño reino luchaba celosamente por extender o defender su señorío, sin importar si el amigo o enemigo era cristiano (vasco, navarro, asturiano, etc) o musulmán. En este contexto no asombra que el a. 777 una delegación musulmana acudió ante Carlomagno para solicitar su intervención contra los propios musulmanes (y contra los cristianos que hiciese falta).


Einhardus, Annales, a. 777-778 (MGH, SS rer. Germ., t. 6, p. 49 y 51)
A este mismo lugar y en esta mismas fechas vino ante la presencia del rey un sarraceno de Hispania llamado Ibn al Arabi con otros socios sarracenos, sometiéndose él y las ciudades en las que el rey de los sarracenos lo había puesto al mando ….....
Venit eodem in loco ac tempore ad regis praesentiam de Hispania sarracenus quidam nomine Ibin al Arabi cum aliis sarracenis sociis suis, dedens se ac ciuitates, quibus eum rex sarracenorum praefecerat. …..........
Entonces, por persuasión del antedicho sarraceno, concibiendo la esperanza fundada de capturar algunas ciudades en Hispania, congregando su ejército, se puso en marcha, ….
Tunc ex persuasione praedicti sarraceni spem capiendarum quarundam in Hispania ciuitatum haud frustra concipiens, congregato exercitu, profectus est, …...


En la versión legendaria el apóstol Santiago incita a Carlomagno a invadir la Península para expulsar a los musulmanes. Ilustración de las Grandes Chroniques de France, BNF Ms. Fr. 10135 (s. XIV), f. 134v.



Carlomagno ejecutó su ofensiva de un modo similar a su campaña italiana: un movimiento de tenazas en la que el grueso del ejército penetraba por Cataluña, mientras que una fuerza expedicionaria menor, dirigida por el propio Carlomagno, entraba por la ruta más inhóspita de los Pirineos navarros.


Annales Laurissenses Maiores, a. 778 (MGH, SS rer. Germ., t. 6, p. 50)
Entonces nuestro señor el rey Carlos marchó a tierras de Hispania por dos caminos: uno a través de Pamplona, por el cual el magno rey marchó hasta Zaragoza; y ahí los que venían desde la región de Burgundia, Austria o Baviera, Provenza, Septimania y la región de los longobardos, y ante la susodicha ciudad se unieron los ejércitos desde ambas direcciones.
Tunc domnus Carolus rex iter peragens partibus Hispaniae per duas uias: una per Pampilonam, per quam ipse supradictus magnus rex perrexit usque Caesaraugustam; ibique uenientes de partibus Burgundiae, et Austriae uel Baioariae, seu Prouinciae et Septimaniae, et pars langobardorum, et coniungentes se ad supradictam ciuitatem ex utraque parte exercitus.
Ahí, tras recibir rehenes de Ibn al Arabi, de Abutauro y de muchos sarracenos, destruir Pamplona, subyugar a los vascos hispanos y también a los navarros, volvió a tierras de Francia.
Ibi, obsides receptos de Ibin al Arabi et de Abutauro et de multis sarracenis, Pampilona distructa, hispani wascones subiugatos, etiam et nabarros, reuersus in partibus Franciae.



A su paso la maquinaria bélica franca trituró por igual a musulmanes y a cristianos. Y aunque Carlomagno no consiguió el objetivo principal, que sin duda era capturar la estratégica y bien fortificada ciudad de Zaragoza, prefirió retirarse con sus fuerzas intactas, en lugar de un largo asedio, Sin duda Carlomagno tenía en cuenta que sajones, normandos, italianos, eslavos o bizantinos en cualquier momento podían inquietar otras regiones de su imperio.
Pero durante la retirada de lo que parecía un fácil paseo triunfal, una columna del ejército franco que volvía a Francia a través de los Pirineos sufrió una emboscada, que se convertirá en la más célebre de la historia.
Gracias al hallazgo del epitafio de Eckard, el intendente de palacio, que también murió ese día, sabemos la fecha exacta de este suceso: el 15 de agosto del 778.
 Leamos el relato que hace el secretario de Carlomagno y contemporáneo al suceso:


Einhardus, Vita Karoli, n. 9 (MGH, SS rer. Germ., t. 25, p. 12-13)
En verdad mientras combatía frecuentemente y casi de continuo con los sajones, tras colocar guarniciones en lugares adecuados, se dirige a Hispania con todas las fuerzas militares posibles.
Cum enim assiduo ac poene continuo cum saxonibus bello certaretur, dispositis per congrua confiniorum loca praesidiis, Hispaniam quam maximo poterat belli apparatu adgreditur.
Tras atravesar el paso de los Pirineos y recibir en rendición todos los bastiones y castillos que había atacado, vuelve con su ejército a salvo e incólume; excepto por el hecho que al volver tocó experimentar brevemente la perfidia vasca en las alturas de los Pirineos.
Saltuque Pyrinei superato, omnibus quae adierat oppidis atque castellis in deditionem acceptis, saluo et incolomi exercitu reuertitur; praeter quod in ipso Pyrinei iugo wasconicam perfidiam parumper in redeundo contigit experiri.
Pues ya que el ejército iba extendido en larga columna, según lo permitía las características del lugar y los desfiladeros, los vascos, puestas emboscadas en la cumbre de la montaña en verdad por lo frondoso de los bosques, que ahí hay muchos, el lugar es adecuado para hacer emboscadas atacando desde lo alto a la parte final de los pertrechos y a los que yendo últimos de la formación daban escolta a los que iban delante, los despeñan al barranco adyacente, y trabando combate con ellos, matan a todos hasta el último. Y tras robar los bagajes, con gran rapidez se dispersan en distintas direcciones, protegidos por la noche que ya caía.
Nam cum agmine longo, ut loci et angustiarum situs permittebat, porrectus iret exercitus, wascones, in summi montis uertice positis insidiis est enim locus ex opacitate siluarum, quarum ibi maxima est copia, insidiis ponendis oportunus extremam impedimentorum partem, et eos, qui nouissimi agminis incedentes, subsidio praecedentes tuebantur, desuper incursantes, in subiectam uallem deiciunt, consertoque cum eis proelio, usque ad unum omnes interficiunt. Ac direptis impedimentis, noctis beneficio quae iam instabat protecti, summa cum celeritate in diuersa disperguntur.
En esta acción favorecía a los vascos la ligereza de sus armas y la naturaleza del lugar en que ocurrió. Por el contrario la pesadez de sus armaduras y lo malo del terreno puso a los francos en desventaja en todo ante los vascos.
Adiuuabat in hoc facto wascones et leuitas armorum et loci in quo res gerebatur situs. Econtra francos et armorum grauitas et loci iniquitas per omnia wasconibus reddidit impares.
En este combate murieron Eckard, intendente de palacio, el conde palatino Anselmo y Roldán, prefecto de la marca de Bretaña, junto con otros muchos.
In quo proelio Eggihardus, regiae mensae praepositus, Anshelmus comes palatii, et Hruodlandus, brittannici limitis praefectus, cum aliis compluribus interficiuntur.
Y este hecho hasta el presente no ha podido ser castigado, porque el enemigo, una vez lo cometió, de tal modo se dispersó que no ha quedado noticia de dónde pueda buscarse esa gente.
Neque hoc factum ad praesens uindicari poterat, quia hostis, re perpetrata, ita dispersus est ut ne fama quidem remaneret ubinam gentium quaeri potuisset.


Una facción o grupo de clanes vascos obrando por propia iniciativa (Einhardus recalca que son vascos, pero también que no se sabe dónde habitan, por lo tanto no fue una acción de guerra convencional) decide vengarse de los francos por los atropellos cometidos al pasar por su territorio. Aprovechando su buen conocimiento del territorio, que es abrupto y con fuertes pendientes, realizan con éxito un ataque sorpresivo contra la expuesta retaguardia y los mozos que conducían las acémilas con el equipaje.
Colocados estratégicamente en lugares altos, inaccesibles para la caballería, arrojarían troncos, rocas y flechas que causarían numerosas bajas y caos en las filas, incapaces de maniobrar en ninguna dirección, atrapados entre el barranco y sus atacantes, estorbándose entre ellos mismos y equipados inadecuadamente para la lucha en ese terreno.
Roldán muere y su alma nace en el cielo, acogida por los ángeles. Ilustración de las Grandes Chroniques de France, BNF Ms. Fr. 10135 (s. XIV), f. 144r.

 ¿Por qué obtuvo tanta resonancia esta escaramuza, más cercana a un golpe de mano de una “guerra de guerrillas” que a una batalla convencional, sin ningún valor estratégico, en la que probablemente solo se perdieron como mucho unos pocos cientos de soldados, además de tres personajes de rango intermedio, desligados de la familia real ?
El solo hecho que Einhardus le dedique tanto espacio a este suceso (casi todo el capítulo 9), teniendo en cuenta la brevedad con la que relata muchos sucesos más importantes, y sobre todo teniendo en cuenta que Einhardus pasa rápidamente todas las numerosas gestas militares ocurridas durante el reinado de Carlomagno, es una clara indicación que esta emboscada ya se había vuelto célebre a la muerte de Carlomagno.
El primer poeta anónimo, que con la magia de la palabra convirtió la escaramuza en gesta heroica, no pudo recurrir al recurso de decenas de miles de moros, pues los hechos reales todavía eran muy recientes, pero seguramente trazó las líneas magistrales que otros poetas seguirían: el pequeño grupo de valerosos guerreros francos encabezados por el héroe Roldán, tras haber vencido mil veces al enemigo en leal combate, esta vez caen ante la perfidia y la superioridad numérica. El sentimiento de indignación que debía producir entre el público está bien reflejado en las palabras finales de Einhardus: “Este hecho hasta el presente no ha podido ser castigado”.
Con el tiempo el enemigo ya no serán los vascos, que también son cristianos y cuyo pueblo no tiene ningún lustre, sino el musulmán, un adversario rico y poderoso, enemigo de Cristo y capaz de toda perfidia. Junto a Roldán se creará una serie de personajes, con alguna base histórica o puramente ficticios, y una serie de acontecimientos previos y posteriores, que complementan y profundizan los detalles que la curiosidad humana exige saber sobre el héroe. Con el aporte de diferentes poetas, poco a poco se fue forjando una gran epopeya.
Un par de siglos más tarde esos relatos legendarios, ya bien conocidos por todos, han suplantado los escasos datos históricos. Incluso Carlomagno, un personaje histórico bien conocido, parece a ratos desaparecer ante el producto legendario de los poetas. Así, cuando se ponen por escrito esto relatos populares toman la forma del poema heroico "El Cantar de Roldán" (el ejemplar más antiguo es la "versión de Oxford" en anglo-normando) y el "De expedimento et liberatione Yspanie et Gallecie" que narra las legendarias hazañas de Carlomagno y Roldán en la península ibérica (escrito en latín y su ejemplar más antiguo está en el Libro IV del Codex Calixtinus). Desde entonces Roldán, prefecto de la marca de Bretaña, muerto en algún lugar indeterminado de los Pirineos, sigue vivo en la leyenda.

martes, 26 de agosto de 2014

Anécdotas de Augusto, emperador e intelectual

El pasado 19 de agosto se cumplieron 2000 años de la muerte del emperador Augusto († 14 d. C.). Al nacer (63 a. C.) recibió el nombre de Gayo Octavio, como su padre. Cuando fue adoptado (45 a. C.) por su tío, el dictador Julio César, pasó a llamarse Gayo Julio César Octaviano. Y finalmente cuando se convirtió en el primer emperador de Roma (27 a. C.) fue oficialmente llamado César Augusto.
Desde siempre ha sido justamente alabada su figura como estadista, legislador y mecenas del arte, que tomó de la mano la vetusta república oligárquica de Roma, dividida por incesantes guerras civiles, y la convirtió en un pujante Principado, que supo organizar todas las fuerzas heterogéneas que formaban el colosal imperio y forjar las bases jurídicas, administrativas e ideológicas de la unidad del Imperio.
En las últimas décadas novelas y series de televisión también han divulgado y puesto en primer plano su faceta como astuto político, que siendo solo un joven, supo navegar en las turbulentas aguas de la política romana, sabiendo escoger con oportunidad los tiempos para unirse o apartarse de los distintos bandos, aparecer o desaparecer del primer plano, hasta finalmente quedar como el único e indiscutible dueño de Roma.
Menos se ha hablado sobre su faceta como escritor, en gran medida con razón, pues prácticamente todas sus obras se han perdido o solo nos han llegado escasos fragmentos.
Aunque perdidos, sabemos con total certeza que escribió un Rescripta Bruto de Catone, que fue una respuesta al panegírico que había escrito Bruto el Joven († 42 a. C.) en alabanza de Catón de Útica († 46 a. C.), que era el icono de una facción de la aristocracia. También escribió unas Hortationes ad Philosophiam (Exhortaciones a filosofar); unas memorias conocidas como Commentarii de Vita Sua, que abarcaban hasta el final de la guerra cantábrica (24 d. C.); terminó una obra sobre geografía italiana que había proyectado M. Vipsanio Agripa, el notable general, arquitecto de acueductos y geógrafo, y que tituló Descriptio Italiae; escribió una Vita (Biografía) de su estimado hijastro Druso el Mayor, muerto prematuramente el a. 9 a. C. También incursionó en la poesía con un poema titulado Sicilia y un libro de epigramas (del que solo han llegados unas líneas). Incluso empezó a escribir una tragedia sobre el mitológico héroe griego Ajax, pero disgustado por el resultado, la destruyó. Solo han llegado hasta nosotros algunas epístolas y su Index Rerum a Se Gestarum, que escribió poco antes de morir, y que contiene un apretado resumen de toda su actividad. Por el carácter y la brevedad de la obra fue esculpida en numerosos monumentos y gracias a eso ha llegado hasta nosotros como ejemplo de su estilo ágil y conciso.

Representación del joven Augusto como sumo pontífice. En el Museo Nazionale Romano. Foto de Wikipedia.

La agudeza de su inteligencia y su personalidad también ha quedado reflejado en pequeñas anécdotas de la vida diaria, que felizmente para nosotros fueron conservadas por varios escritores romanos. A continuación veamos algunas, tomadas principalmente de Macrobio.


Macrobius, Saturnales, lib. II, cap. 4: 2
Él había escrito una tragedia sobre Ajax y la había destruido porque le desagradaba. Después Lucio Vario, escritor de tragedias, le preguntó qué fue de su Ajax, y él le dijo: “Cayó bajo la esponja”.
Aiacem tragoediam scripserat, eandemque, quod sibi displicuisset, deleuerat. Postea Lucius Varius, tragoediarum scriptor, interrogabat eum, quid ageret Aiax suus, et ille: “In spongiam -inquit- incubuit”.
Nótese que en latín “spongia” significa esponja (que se usaba como una mota para borrar lo escrito) y también la cota de malla de los guerreros. Por lo tanto la frase indica que “cayó bajo la esponja” es decir que la obra fue borrada; pero al mismo tiempo puede significar: “yace en su cota de malla”, evocando que Ajax enloqueció y luego se suicidó a causa de la disputa por la armadura de Aquiles.


Macrobius, Saturnales, lib. II, cap. 4: 3
El mismo Augusto, ya que uno tembloroso le daba una solicitud, y ora la tendía, ora la retiraba, le dijo: “¿Piensas que estás dando un as a un elefante?”.
Idem Augustus, cum ei quidam libellum trepidus offerret, et modo proferret, modo retraheret, “Putas -inquit- te assem elephanto dare?”.
El hombre que tembloroso ante la presencia del poderoso Augusto no sabe si hace bien entregando su solicitud o es un atrevimiento que le puede costar caro, es bien representado con la figura del que quiere colocar un as (la moneda más pequeña, como un céntimo) en la trompa de un inmenso y temible elefante (pensemos que el elefante era usado como arma de guerra y estaban lejos de verlos como hoy vemos a los apáticos elefantes de circo o zoológico).

Macrobius, Saturnales, lib. II, cap. 4: 6.
Su afabilidad se mostró con Herenio, un joven entregado a los vicios, al cual, ya que le ordenó abandonar el campamento y él suplicante dijese este lamento: “¿Cómo volveré a mi patria? ¿Qué diré a mi padre?, le respondió: “Dile que yo no te caía bien”.
Urbanitas eiusdem innotuit circa Herennium, deditum uitiis iuuenem, quem, cum castris excedere iussisset et ille suplex hac deprecatione uteretur: “Quomodo ad patrias sedes reuertar? Quid patri meo dicam?”, respondit: “Dic me tibi displicuisse”.


Macrobius, Saturnales, lib. II, cap. 4: 8
A Galba, cuyo cuerpo estaba deforme por una joroba, que defendía una causa en su presencia y frecuentemente decía: “Corrígeme, si algo desapruebas”, le respondió: “Yo puedo aconsejarte, no puedo enderezarte”.
Galbae, cuius informe gibbo erat corpus, agenti apud se causam, et frequenter dicenti: “Corrige in me, si quid reprehendis”, respondit: “Ego te monere possum, corrigere non possum”.
En latín “corrigere”, como "corregir" en castellano, significa enmendar un error (a lo que se refiere Galba), pero también enderezar o remediar un defecto físico (a lo que se refiere Augusto).


Macrobius, Saturnales, lib. II, cap. 4: 11.
Habiendo oído que entre los niños menores de dos años que en Siria Herodes, rey de los judíos, ordenó matar, también había matado a su propio hijo, dijo: “Mejor es ser un puerco de Herodes que un hijo de Herodes”.
Cum audisset inter pueros quos in Syria Herodes, rex Iudaeorum, intra bimatum iussit interfici, filium quoque eius occisum, ait: “Melius est Herodis porcum esse quam filium”.
La autenticidad de esta anécdota ha levantado suspicacias entre los estudiosos; primero por la alusión al episodio del evangelio de Mt 2: 16 (la matanza de los inocentes); y segundo por el hecho que la ejecución de los hijos de Herodes el Grande ( 4 a. C.), Alejandro, Aristóbulo y Antípatro contaron con la aprobación del mismo Augusto. A pesar de todo no es inverosímil que Augusto (que solo formalmente dio el consentimiento, y no tuvo nada que ver en el juicio) lanzase esta censura contra el sanguinario rey. La frase hace referencia a la costumbre judía de no comer carne de cerdo, por lo tanto un cerdo estaba más a salvo en la corte de Herodes que los propios hijos del rey.



Macrobius, Saturnales, lib. II, cap. 4: 12.
Fue llevado por uno a una cena bastante parca y casi cotidiana, pues él casi no se negaba a nadie que le invitaba. Así pues tras la cena, yéndose vacío y sin ningún festejo, mientras se despedía solo le susurró esto: “No sabía que yo te era tan familiar”.
Exceptus est a quodam cena satis parca et quasi quotidiana, nam paene nulli se inuitanti negabat. Post epulum igitur, inops ac sine ullo apparatu discedens, uale dicenti, hoc tantum insusurrauit: “Non putabam me tibi tam familiarem”.

Macrobius, Saturnales, lib. II, cap. 4: 29
Al volver glorioso de la victoria de Accio, entre los que le felicitaban se acercó uno que tenía un cuervo al que le había enseñado a decir: “¡Ave César, victorioso comandante!”. El César admirado compró el ave por 20 mil monedas.
Sublimis Actiaca uictoria reuertebatur, occurrit ei inter gratulantes coruum tenens, quem instituerat haec dicere: “Aue Caesar, uictor imperator!”. Miratus Caesar officiosam auem uiginti milibus nummum emit.
Un socio del comerciante, al que no le había tocado nada de esa generosidad, aseguró al César que aquel también tenía otro cuervo, y le rogó que le obligase a traerlo. Traído, dijo las palabras que había aprendido: “¡Ave Antonio, victorioso comandante!”. Para nada enfadado, consideró suficiente ordenar que aquel dividiese el dinero con su camarada.
Socius opificis, ad quem nihil ex illa liberalitate peruenerat, affirmauit Caesari habere illum et alium coruum, quem ut afferre cogeretur rogauit. Allatus, uerba quae didicerat expressit: “Aue uictor imperator Antoni!”. Nihil exasperatus, satis duxit iubere illum diuidere donatiuum cum contubernali.
Saludado de igual modo por un loro africano, ordenó comprarlo. Admirado igualmente por una urraca, también la adquirió.
Salutatus similiter a psittaco, emi eum iussit. Idem miratus in pica, hanc quoque redemit.
Estos casos incitaron a un pobre zapatero para enseñar a un cuervo un saludo similar. El cual, agotado por el esfuerzo, muchas veces solía decir al ave que no respondía: “¡Trabajo y dinero perdidos!”.
Exemplum sutorem pauperem sollicitauit ut coruum institueret ad parem salutationem. Qui, impendio exhaustus, saepe ad auem non respondentem dicere solebat: “Opera et impensa periit!”.
Pero cierto día el cuervo empezó a decir el saludo enseñado. Al escucharlo, mientras pasaba, Augusto respondió: “Bastantes de esos aduladores tengo en casa”. Quedaba en la memoria del cuervo aquellas palabras que solía oír a su dueño, y agregó: “¡Trabajo y dinero perdidos!”. Ante eso el César sonrió y ordenó pagar por el ave lo que hasta ahora no había pagado por ninguna de ellas.
Aliquando tamen coruus coepit dicere dictatam salutationem. Hac audita, dum transit, Augustus respondit: “Satis domi salutatorum talium habeo”. Superfuit coruo memoria ut et illa, quibus dominum querentem solebat audire, subtexeret: “Opera et impensa periit!”. Ad quos Caesar risit emique auem iussit quanti nullam adhuc emerat.
La batalla naval de Accio (31 a. C.) entre Marco Antonio y Vepsanio Agripa (general de Augusto) fue el golpe definitivo que desequilibró la balanza a favor de Augusto. El astuto entrenador de pájaros había preparado uno en caso de triunfo de Marco Antonio y otro en caso que la victoria fuese para Augusto. Su plan pudo tener un final trágico cuando su envidioso socio lo denunció, pero para Augusto fue ocasión de mostrar que no era un sátrapa oriental sino un hombre magnánimo.
Gema del s. I que representa a Augusto entre los dioses y abajo una alegoría del triunfo de Roma. En el Kunsthistoriche Museum de Viena. De Wikipedia. Foto de A. Praefcke.



Quintiliano, Institutiones Oratorias, lib. 6, cap. 3, n. 79
Augusto, a los tarragonenses que le anunciaban que en su altar había brotado una palma, les dice: “Parece que la encendéis a menudo”.
Augustus, nuntiantibus tarraconensibus palmam in ara eius enatam: “Apparet -inquit- quam saepe accendatis”.
Hispania y las Galias estuvieron entre los primeros lugares donde se empezó a implantar el culto al genio del emperador, estando atestiguado también por Quintiliano la existencia en Tarragona de un altar dedicado a Augusto, cuando este todavía vivía. Era visto como un signo de buena fortuna que hubiese brotado una palma junto al altar, y ese hecho sería un buen argumento para los aduladores delegados de Tarragona; sin embargo Augusto frivoliza el asunto anotando con ironía que simplemente puede ser señal de la poca frecuencia o poca monta de los sacrificios que ahí se realizaban. Nótese que dice "encender" porque los sacrificios se quemaban sobre el altar.

jueves, 24 de julio de 2014

Medicina Medieval: De "El Médico" a Trota, la Médico


El lunes pasado tuve ocasión de ver la película “El médico” (Philipp Stötzl, Alemania, 2013), que está inspirada en la novela de Noah Gordon, The Physician (1986), y que en su momento fue gran éxito de ventas, especialmente en España y Alemania. Si alguien no ha leído el libro ni visto la película, en resumen narra una historia ambientada en el s. XI: el inglés Rob Cole, que desde niño posee el don de presentir la muerte de una persona, tras aprender los rudimentarios conocimientos médicos que le transmite un barbero, decide viajar a Persia para aprender en la escuela de Avicena ( 1037), el sabio más brillante de aquella época. Rob Cole logra convertirse en el mejor estudiante de medicina, a la vez que encuentra el amor de su vida. Tras la muerte del sha de Persia, que lo protegía, Rob Cole vuelve a Occidente a compartir lo que ha aprendido.
No voy a valorar la película ni su relación con la novela (un tema más adecuado para los blogs de cine y literatura), pero no puedo evitar apuntar que en la película se dice que la madre de Rob muere a causa de “la enfermedad del costado” (en la novela muere al dar a luz), y más adelante dan a entender que se trata de apendicitis, enfermedad que Rob puede estudiar en un cadáver, y luego incluso, casi al final del film, operar exitosamente al sha que padece el mismo mal (nada de esto aparece en la novela).
Parece inevitable que novelas y películas del llamado género “histórico” estén llenas de atropellos a la Historia, y los que somos aficionados (me incluyo) constantemente tenemos que hacer la vista gorda, y pensar “es una película”, “el pobre guionista de Hollywood qué sabía”, “sigámosle la corriente”. Pero sin duda a veces los errores (y horrores) históricos son tan patentes como gratuitos (por el puro gusto de insultar la inteligencia del lector-espectador).
En el caso de esta película, hemos de saber que el “mal del costado” (dolor lateris) era uno de los nombre que se daba en la Antigüedad y la Edad Media a la pleuritis (pleurisis). De hecho el término griego “pleurá” significa “costado”. Era una de las tantas enfermedades cuyos síntomas la medicina antigua sabía describir, aunque no conocía su origen ni conocía un tratamiento eficaz. Una víctima célebre de esta enfermedad fue el emperador Carlomagno:
Einhardus, Vita Karoli, 30 (MGH, SS, t. 2, p. 459)
Y mientras pasaba ahí el invierno, en el mes de enero cayó en cama, devorado por una fuerte fiebre. De inmediato, ya que la fiebre no cesaba, él se impuso una abstinencia de alimentos, creyendo que con esta moderación podía vencer o al menos mitigar el mal.
Cumque ibi hyemaret, mense ianuario, febre ualida correptus, decubuit. Qui statim, ut in febribus solebat, cibi sibi abstinentiam indixit, arbitratus hac continentia morbum posse depelli uel certe mitigari.
Pero atizando a la fiebre el mal del costado, que los griegos llaman “pleuresía”, y ya que mantenía todavía la abstinencia, y sustentaba el cuerpo solo con alguna bebida, murió, tras recibir la sagrada comunión, al séptimo día después de que cayó en cama.
Sed accedente ad febrem lateris dolore, quem graeci “pleuresin” dicunt, illoque adhuc inediam retinente, neque corpus aliter quam rarissimo potu sustentante, septimo postquam decubuit die, sacra communione percepta, decessit.

El colmo es que de un manotazo Rob descubre el apéndice y realiza una apendicectomía. Sepamos que la primera descripción científica del apéndice fue hecha por Berengarius Carpus en 1522, pero no hubo una visión clara de su nombre, posición y función hasta el s. XVIII, tras el trabajo de decenas de médicos. Las primeras intervenciones para extirpar el apéndice fueron obra de Claude Amyand (1735) y Mestivier (1759), aunque no fue hasta la contribución (1883) de Reginald Fitz cuando la apendicitis fue científicamente descrita y distinguida de otras enfermedades intestinales. Y correspondió a Thomas Morton realizar la primera exitosa extirpación del apéndice como tratamiento ante una apendicitis (1887).
Mujer aquejada de pleuresía.
John Arderne, “De arte phisicali de cirurgia”, Ms X 188 (s. XV), p. 4, en la National Library of Sweden.

Para saborear algo de auténtica medicina medieval podemos hojear los textos de la primera institución occidental creada para la enseñanza y el ejercicio de la medicina, conocida como Escuela Médica Salernitana, que es probable que tuviese sus orígenes entre los monjes benedictinos. Ya en el siglo XI tenía altos exponentes como Garioponto ( c. 1056), autor de un Passionarius (manual de enfermedades), el erudito arzobispo Alfano ( 1085), autor de un tratado sobre el pulso, y a la médico Trota, autora de obras sobre ginecología y cosmética. Con la llegada de Constantino el Africano ( c. 1087) y sus numerosas traducciones de obras médicas clásicas griegas y recientes de árabes y judíos, la Escuela Salernitana alcanzó su máximo apogeo, y con razón Salerno fue llamada Hippocratica Ciuitas.

Una de las obras médicas más populares durante la Edad Media fue el llamado “Regimen Sanitatis Salernitanum” (o también Flos Medicinae Scholae Salerni). Precisamente por su popularidad esta obra fue en unos casos abreviada, en otros ampliada, de modo que todavía hoy no existe pleno consenso, entre tantas distintas versiones, sobre cuál fue el texto original que compuso un anónimo médico-poeta (durante mucho tiempo falsamente atribuido al valenciano Arnau de Vilanova) que sintetizó magistralmente las normas del “vivir bien - vivir sano” de la Escuela Salernitana.
Flos medicinae scholae Salerni, editado por S. De Renzi, Nápoles 1859, p. 1
Toda la escuela de Salerno escribe al rey de los ingleses:
si quieres mantenerte incólume, si quieres vivir sano,
deja las preocupaciones, considera indigno enojarte,
abstente del vino, cena poco, no consideres inútil
alzarse tras un banquete, huye de la siesta meridiana,
no retengas la orina ni reprimas con fuerza el ano.
Si cumples bien estas cosas, vivirás muchos años.
Anglorum regi scribit schola tota Salerni:
si uis incolumem, si uis te uiuere sanum,
curas linque graues, irasci crede profanum,
parce mero, coenato parum, non sit tibi uanum
surgere post epulas, somnum fuge meridianum,
ne mictum retine, ne comprime fortiter anum.
Haec bene si serues, tu longo tempore uiues.
Si te hacen falta médicos, que te hagan de médicos
estos tres: el optimismo, el sosiego, una dieta moderada.
Si tibi deficiant medici, medici tibi fiant
haec tria: mens laeta, requies, moderata diaeta.

Mujer frente al espejo. John Arderne, “De arte phisicali de cirurgia”, Ms X 188 (s. XV), p. 1, en la National Library of Sweden.

Otra voz notable fue la médico Trota, de la cual por desgracia no conocemos sus datos biográficos, salvo que brilló en el s. XI entre sus colegas de Salerno y que escribió algunas obras médicas que hacen énfasis en aspectos ginecológicos y cosméticos. Uno de los manuscritos más valiosos de esta autora se halla en la Universidad Complutense de Madrid. He aquí algunos de sus consejos:

Practica secundum Trotam, BH Ms 119, f. 141r
Para dar color al rostro de las mujeres. Que coja una raíz de viticela y la deje secar en trozos pequeñísimos. Luego que lo pulverice y lo disuelva con agua fría, y se lo aplique al rostro con un algodón o un paño suave de lino, cuando va a dormir. Por la mañana, al levantarse, lavarse el rostro con agua y estará rubicunda por 3 días.
Ad colorandas facies mulierum. Accipiat radicem uiticellae et per subtilissimos merellos seccentur. Et deinde faciant puluerem et illum cum aqua frigida distemperatum, cum cotono uel cum subtili panno lineo, quando ibit dormitum, faciei superponat. In mane uero, cum surrexerit, cum aqua faciem lauet, et erit rubicunda per III dies.

Practica secundum Trotam, BH Ms 119, f. 143v
Para quitar los pelos de cualquier zona que quieras. Coge cal viva tamizada y ponla en agua hirviendo. Déjala hervir bien, moviéndola con frecuencia. Después agrega oropimente bien triturado con la cal en el agua hirviendo, agrega un poco de aceite, y remueve bien todo junto. Después para probarlo, mete ahí una pluma: si el preparado está en su punto, verás caer todos los pelos de la pluma. Esto se llama depilatorio.
Ad auferendos pilos de quocunque uolueris loco. Accipe calcem uiuam cribatam et in aquam feruentem mitte. Et eam assidue mouendo bene coquere dimitte. Postea auripigmentum bene tritum cum calce in aqua bullienti pone, et parum de oleo admisce, et bene omnia simul moue. Deinde ad illius probationem pennam plumatam ibi inunge, quod si coctum et bonum fuerit, de penna totam plumam decidere uidebis. Istud uocatur silotrum.
Otro depilatorio menos agresivo y no tan urticante. Toma tres partes de colofonia y una de cera, ponlas en una olla de barro y déjalo hervir bien. Ponlo tibio sobre las zonas peludas.
Aliud silotrum leuioris uirtutis et non adeo uritiuum. Accipe III partes colophoniae et I cerae, et in testa remitte, et bene bullire dimitte. Et tepidum super loca pilosa pone.

Glosario:
Viticela (clematis viticella): es un arbusto nativo de Europa, de flores azules, violetas o rosadas.
Oropimente: es un mineral compuesto de arsénico y azufre, que se encuentra en zonas volcánicas.
Colofonía: resina que brota de los pinos.

viernes, 27 de junio de 2014

Plátina: el bibliotecario rebelde

Hace unas semanas me preguntaba un amigo sobre los progresos de mi próxima traducción, que es sobre biografías papales: el “Liber de vita Christi ac omnium pontificum”, escrito por Rodolfo Bartolomé (1421 – 1481), apodado Plátina (Platyna), por el nombre latino de su ciudad natal (Piàdena, en Cremona, Italia). Cuando dije a mi amigo que Plátina había sido director de la Biblioteca Vaticana, su primer comentario fue: “seguramente debe ser una especie de versión oficial que ocultará o pasará de puntillas sobre los puntos negros de la historia de los papas”. Y a mí lo primero que se me ocurrió fue que eso mismo debió pensar el papa Sixto IV aquel día de 1475, cuando Plátina le ofreció su obra bellamente escrita en un códice de lujo (que todavía hoy se conserva: ms. Vat. Lat. 2044). ¿Pudo existir en el s. XV alguien bastante audaz para escribir una historia de los papas condenando sus vicios y ofrecérsela a un papa? Ese hombre existió y le apodaban Plátina.
Primera página del ms. Vat.lat.2044. Tomada de la Digital Vatican Library.

De sus primeros años solo sabemos que era de una familia pobre y que en su juventud estuvo unos 4 años enrolado como mercenario bajo la bandera de Francesco Sforza y Niccolò Piccinino. Más tarde lo encontramos dedicado a los estudios bajo la guía de Ognibene da Lonigo en la célebre escuela de Mantua, que había fundado Vittorino da Feltre († 1446), en la cual estudiaban ricos y pobres (estos alojados gratuitamente) en una villa de la familia Gonzaga. En 1453 ya lo encontramos entre los preceptores de los hijos del marqués Ludovico Gonzaga. Poco después se trasladó a Florencia que era el epicentro del humanismo italiano y tuvo ocasión de trabar amistad con Piero y Cósimo Medici, Poggio, Marsilio Ficino, Pico della Mirandola, Cristóforo Landino entre otros. Probablemente en 1461 se trasladó a Roma, donde fue acogido en el círculo literario de corte platónico que se reunía en torno a la figura de Pomponio Leto (la llamada Accademia Romana).
El papa Pío II, que era un protector del humanismo y seguramente también por los buenos oficios del cardenal Gonzaga, gran amigo de Plátina, le concedió (1464) una plaza en el “collegio degli abbreviatori” (un cuerpo de funcionarios de la curia que redactaban, copiaban o hacían minutas de diversos documentos papales). Pero pocos meses le duró el puesto porque tras la muerte de Pío II, su sucesor Pablo II despachó a todos los abbreviatori. Los afectados, muchos de ellos humanistas e imbuidos de ideas de igualdad y justicia, formaron una comisión, encabezada por Plátina, que se presentó en el Vaticano para exigir su reposición. Pero la autocracia papal estaba habituada a las súplicas y no a las reclamaciones, de modo que la audiencia concluyó con el papa fuera de sí expulsando a la comisión. Los humanistas no se rindieron y, ya que el papa no pensaba darles una nueva audiencia, le escribieron una carta todavía más audaz. Naturalmente Plátina acabó en las mazmorras de Castel Sant'Angelo, de donde salió 4 meses más tarde (enero 1465) gracias a la intercesión de su amigo y protector el cardenal Francesco Gonzaga.
Pocos años más tarde (1468) se vería mezclado en un problema todavía mayor. En la Accademia Romana se había introducido un cierto Filippo Buonaccorsi, apodado Calímaco, el cual además de humanista y neo paganizante, era un gran bebedor que en sus borracheras solía dar peroratas revolucionarias, amenazando grandes proyectos para destruir la tiranía papal. El resto de humanistas, que tenían razones para estar resentidos con Pablo II, parece que oían deleitados como Calímaco despotricaba contra el papa. Ya que esto se hacía casi públicamente, pronto la noticia llegó a los oídos de soplones y aduladores del papa, un hombre supersticioso y desconfiado.  El asunto se pintó con colores sombríos: un grupo de enemigos del cristianismo preparaba un complot para asesinar al papa y poner fin a la teocracia romana. De inmediato la policía vaticana entró en acción y más de 20 humanistas fueron a prisión: Plátina y Pomponio Leto entre los más destacados. Casi un año estuvo en prisión hasta demostrar al suspicaz papa que no había ni complot ni herejía sino simplemente las fantasías y despropósitos de un joven ebrio. Finalmente todos fueron declarados inocentes de todos los cargos.
Afortunadamente para los humanistas Pablo II no tenía buena salud y tras una opípara comida murió de forma fulminante (1471). En su lugar fue elegido Francesco della Rovere, que tomó el nombre de Sixto IV. Pronto Plátina entra en el círculo de intelectuales que gozaban de la benevolencia papal (1472). Es entonces cuando decide escribir la que será su gran obra: una biografía de todos los papas hasta sus días. La presentó al papa, el cual acababa de nombrarlo prefecto de la Biblioteca Vaticana (febrero del 1475), cargo que mantuvo hasta su prematura muerte, por el flagelo de la peste (21 de setiembre de 1481).


Fresco de Melozzo da Forli: Sixto IV nombra a Plátina prefecto de la Biblioteca Vaticana (1477). Actualmente en la Pinacoteca Vaticana.

Sixto IV no era uno de esos que había llegado al papado solamente por alta alcurnia y riquezas. Él provenía de una familia de comerciantes. De joven entró en los franciscanos y llegó a ser profesor de filosofía y teología en Padua, Bolonia, Florencia, Perugia y Roma. Por sus méritos intelectuales y su fama de hombre piadoso fue elegido General de los franciscanos (1464) y luego fue creado cardenal (1467). Tras la temprana muerte de Pablo II, es elegido papa como hombre de consenso, gracias al apoyo de los cardenales Latino Orsini, Rodrigo Borja y Francesco Gonzaga. Por lo tanto aunque podamos imaginar que Sixto IV no supiese cabalmente el contenido del libro cuando se lo presentó Plátina, sin embargo es seguro que pronto se enteró, por sí mismo o por otros.
Por lo tanto es un título de honor para Plátina haber tenido el coraje de escribirlo y presentarlo al papa, y es un título de honor para Sixto IV haber acogido la obra y el autor, demostrando tener la auténtica grandeza que sabe escuchar las críticas razonadas y no se asusta del espejo.
No tuvieron esa misma grandeza los que siglos después, asustados por la tormenta protestante, trataron de minusvalorar, recortar, despreciar u ocultar la obra de Plátina. Así el agustino Onofrio Panvinio († 1568) es el primero que osará alterar un pasaje por motivos dogmáticos y abrirá el camino para las numerosas traducciones católicas que extirparán cuidadosamente todos los pasajes malsonantes para las almas débiles. Tampoco está libre de recortes, aunque en menor grado, la popular traducción inglesa del s. XVII (publicada por W. Bentham, Londres 1893).
La secular campaña de desprestigio ha calado en muchos historiadores que nunca lo han leído, o lo conocen a través de sus censores. Así Plátina ha sido caricaturizado, por un lado como hombre cobarde, capaz de todo con tal de conseguir el favor de los papas, y por otro lado, como un hombre colérico y vengativo que escribió lleno de resentimiento contra el papado. En realidad Plátina fue un ferviente humanista que creía tanto en los valores de la Roma y Grecia ideales, como en Cristo y la Iglesia, pero sin las supersticiones medievales y los caprichos autoritarios papales. No en vano empieza su historia de los papas, no en san Pedro, sino en Cristo, indicando así con quién debían medirse sus sucesores.



B. Plátina, Liber de vita Christi ac omnium pontificum, 140, 5-6. Sobre la ambición y avaricia.
Mira, te ruego, cuánto habían degenerado estos pontífices de sus antepasados, los cuales con su sangre nos dejaron esta nación cristiana tan grande y magnífica. El pontífice romano, padre y protector de lo sagrado, se llevó ilícitamente las cosas sagradas, y quien habría debido castigar los sacrilegios se volvió autor de un gran sacrilegio.
Vide, quaeso, quantum degenerauerint ii pontifices a maioribus suis qui hanc rempublicam christianam tam amplam tamque magnificam suo sanguine nobis reliquere. Pontifex romanus, sacrorum pater et rex, sacra ipsa furto abstulit, et qui uindicare sacrilegia debuerat tanti sacrilegii factus est auctor.
En verdad esto ocurre en cualquier república cuando la ambición y avaricia de los malos es más fuerte que la virtud y sensatez de los buenos. Por eso en el clero deberían ser elegidos aquéllos cuya vida y doctrina sea probada, no aquéllos que no teniendo nada de virtud ni religión buscan para sí mismos el poder con ambición y soborno.
Hoc autem contingere in quauis republica consueuit, quando plus malorum ambitio et auaritia ualet quam bonorum uirtus et grauitas. In clerum igitur deligendi essent quorum uita et doctrina probata sit, non autem ii qui cum nil uirtutis et religionis habeant ambitione et largitione sibi potentiam quaerunt.


B. Plátina, Liber de vita Christi ac omnium pontificum, 143, 1-2. Sobre el nepotismo.
JUAN Decimoquinto, …...... fue odiado por los clérigos, sobre todo porque, pospuesto el honor divino y la dignidad de la sede romana, regalaba los bienes materiales y espirituales entre sus familiares y partidarios; un vicio en verdad que de tal modo transmitió a los posteriores que ha llegado también hasta nuestros días.
IOHANNES Quintusdecimus, ….., ab ipsis clericis odio habitus est, maxime uero quod diuina humanaque omnia cognatis et affinibus suis elargiebatur, posthabito Dei honore et romanae sedis dignitate; quem certe errorem ita posteris tradidit ut ad nostram quoque aetatem peruenerit.
En verdad nada es más pernicioso que esta costumbre, ya que parece que nuestros sacerdotes no apetecen el pontificado por la religión y el culto de Dios, sino para saciar la avaricia y la glotonería de hermanos, sobrinos y allegados.
Qua quidem consuetudine nil certe dici perniciosius potest, cum non ob religionem et Dei cultum appetere pontificatum nostri sacerdotes uideantur, sed ut fratrum uel nepotum uel familiarium ingluuiem et auaritiam expleant.



B. Plátina, Liber de vita Christi ac omnium pontificum, 117, 2. Sobre la envidia y mezquindad.
Pues estos pontificuchos no pensaban nada más que en extinguir el nombre y prestigio de sus antecesores; cosa que no hay peor ni más mezquina, pues los que se empeñan en estas artimañas, despojados de toda virtud, tratan de derribar a los beneméritos de aquel sitial al que ellos no pueden alcanzar por pereza y maldad. Pues nunca hallarás a uno envidiando la fama ajena, a no ser aquel que, manchado de toda infamia, desespera que su nombre alguna vez llegue a ser célebre en la posteridad; esos son los que con engaño, maldad, dolo y calumnia, muerden, laceran, acusan y corroen a los beneméritos del género humano, como perros cobardes e inútiles, que por miedo no se enfrentan a las fieras, pero las muerden cuando están atadas o encerradas en jaulas.
Nil enim aliud ii pontificuli cogitabant quam et nomen et dignitatem maiorum suorum extinguere; quo nihil potest esse peius et angustioris animi, qui enim his artibus nituntur, nulla uirtute muniti, eo de loco abradere bene merentes conantur, quem ipsi ob ignauiam et maliciam attingere non possunt. Neminem siquidem unquam inuenies alienae famae inuidere, nisi qui, omnibus probris contaminatus, desperat suum apud posteros celebre nomen aliquando futurum; ii sunt qui fraude, malicia, dolo, maledicentia, de humano genere bene meritos mordent, lacerant, accusant, corrodunt, tanquam ignaui canes et inutiles, nec feris sese obiicientes ob timiditatem, sed uinctas et caueis inclusas mordentes.


Los textos y la numeración de referencia que uso son de la edición que próximamente espero publicar en mi “Librería Medieval”. Esa primera entrega abarcará los papas desde la mitad del s. VIII hasta la mitad del s. XI.