miércoles, 4 de diciembre de 2013

La Leyenda de santa Bárbara


La palabra “leyenda” proviene del término latino legenda (gerundivo neutro plural de legere), que textualmente significa más o menos “lo que se debe leer”. El término adquirió vida propia en la Edad Media, cuando se utilizó en las rúbricas de los textos litúrgicos para indicar cuáles eran las lecturas de la vida de los santos “que se debían leer” cada día. El llamado “Oficio de lectura” era una especie de florilegio de escritos de los santos y vidas de los mártires principalmente, el cual fue introduciéndose en la “Liturgia de las Horas”, que era el ciclo de oraciones que marcaba el ritmo diario de conventos y catedrales (y ellas eran parte esencial en la Europa medieval).
La popularidad de los santos y la humana curiosidad sin duda contribuyeron a que cada vez se diera más espacio a los relatos sobre vidas, milagros y martirios de los santos. Aunque ya en los más antiguos escritores cristianos encontramos relatos sobre algunos mártires, sin embargo fue en Bizancio donde surgió la primera gran “fábrica” de estos relatos, donde la fantasía oriental, hiperbólica por tradición, fue supliendo lo que los datos no ofrecían. Así, a partir de los recuerdos de tantos mártires que sufrieron y murieron bajo las múltiples persecuciones romanas, en donde quizás apenas se recordaba unos nombres y unos pocos datos sobre su muerte, la fantasía popular fue construyendo relatos pormenorizados, con diálogos y diversos personajes. Además se estableció una especie de “competencia del dolor”: más grande o digno parecía el santo que más hubiese sufrido; por lo tanto no bastaba con que la tradición afirmase que había sido decapitado o crucificado: para destacar entre los demás el juglar debía hacer pasar a su santo por una serie de penurias, de modo que a veces debía hacer intervenir a Dios para sanar las heridas o devolver los miembros y que el santo pudiese continuar afrontando los nuevos tormentos que su imaginación dictaba.
Este deseo de magnificar la capacidad de sufrimiento del santo y detenerse en detalles escabrosos produjo que esos relatos adquiriesen un tinte macabro. El relato de una persona que es torturada y asesinada no puede ser plato fácil, sin embargo la literatura cristiana ya tenía el ejemplo de sobriedad de los evangelios al narrar la pasión de Jesucristo, o los escritos de los primeros padres, como leemos en Eusebio de Cesarea: “sería superfluo dar sus nombres, pero has de saber que hombres y mujeres, jóvenes y viejos, doncellas y madres, soldados y civiles, de toda raza y edad, algunos a través de azotes y fuego, otros por la espada, han conseguido la victoria y recibido sus coronas”. (Historia eclesiástica, VII, 11, 20). Pero la sobriedad de los primeros escritores cristianos no fue imitada por aquellos que fraguaban relatos de mártires y solo quería dejar boquiabiertos a sus ingenuos lectores.
Cuando estos relatos llegaron a Europa encontraron rápida y entusiasta acogida, siendo objeto de distintas colecciones, que parecen haber sido escritas en colaboración por Walt Disney y Quentin Tarantino, pues ahí se mezcla los más altos vuelos de ingenua fantasía con actos sangrientos y violentos, ingredientes que a la vez que horrorizan a la audiencia (ayer como hoy) al mismo tiempo la atraen. Estos dos elementos seguramente echan bastante luz sobre algunos aspectos de la cultura y la literatura occidental de los siglos siguientes hasta hoy.

Ilustración del Catalogus sanctorum, f. 4, edición Lugdunum1543.

Todos esos elementos se dan en la leyenda de santa Bárbara, que fue una de las santas más populares en la Edad Media, y su devoción se mantiene muy extendida, incluso en el mundo anglosajón. Al leer su historia comprendemos porque es patrona de los mineros, ingenieros, bomberos y artilleros, y porque se invoca su protección contra los rayos.
A continuación una de las versiones más populares de su historia.

Petrus de Natalibus, Catalogus sanctorum et gestorum eorum, lib. 1, cap. 25, Vicenza 1493 (BDH p. 20)
La virgen Bárbara fue martirizada en la ciudad de Nicomedia, en tiempos del emperador Maximiano bajo el gobernador Marciano. Su padre, llamado Dióscoro, pagano y noble de la ciudad, tras construir una alta torre, encerró ahí a su bellísima hija Bárbara para que no sea vista por los hombres. Y aunque muchos la habían pedido en matrimonio, ella, ya cristiana en el alma, inspirada divinamente negaba su consentimiento.
Barbara uirgo passa est in ciuitate Nicomedie, tempore Maximiani imperatoris sub preside Martiano. Cuius pater, Dioscorus nomine, eiusdem ciuitatis nobilis et paganus, turri excelsa fabricata, filiam pulcherrimam Barbaram intromisit ne ab hominibus uideretur. Cumque plurimi eam in coniugium peterent, illa, iam animo christiana, diuinitus inspirata consensum denegabat.
Y aunque el padre había ordenado a los obreros hacer dos ventanas en las termas que había construido en la torre, cuando él se fue, Bárbara hizo erigir una tercera.
Et dum pater in balneo quod edificabatur in turri, iussisset ab artificibus duas fieri fenestras, eo discedente, Barbara tertia erigi fecit.
Y bajando ella a las termas y pintando en el mármol con el dedo la señal de la cruz, de inmediato apareció en la piedra la señal de la cruz como si hubiese sido esculpida con hierro. De igual modo también en la piedra se imprimieron las huellas de sus pies.
Et descendens in balneum depingensque digito in marmore crucis signum, mox in petra signum crucis apparuit acsi ferro sculptum esset. Similiter in et silicie uestigia pedum illius impressa sunt.
Y entrando la joven en una piscina llena de agua, oró para que se santificase el agua, y sumergiendo su cuerpo, ella misma se bautizó en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Luego, tras salir del agua, subiendo a la torre, escupió al rostro de los ídolos y, mirando al cielo, adoró al Dios verdadero.
Et descendens puella in concam inundantibus aquis, orauit ut sanctificaretur aqua, et submergens corpus se ipsam baptizauit in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Egressa igitur de aqua, turrem conscendens, in idolorum facies conspuit et, respiciens in celum, Deum uerum adorauit.
Luego, al volver el padre e interrogarla de porqué había ordenado hacer tres ventanas en las termas, escuchó de ella: “Porque son tres los que iluminan el mundo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”. Al oír eso el padre, tras coger su espada, la persiguió para matarla. Ella al huir y quedar atrapada al pie de una montaña, oró al Señor y, partida la roca, el monte dividido por el medio acogió a la virgen y la arrojó por el otro lado.
Rediens ergo pater et eam interrogans cur tres fenestras in balneo fieri iusserat, audiuit ab ea: “Quia tres sunt qui mundum illuminant, Pater et Filius et Spiritus Sanctus”. Quod audiens pater, arrepto gladio, eam insequitur ut occideret illam. Que dum fugeret et a montis crepidine preclusa artaretur, orauit ad Dominum et, scisso lapide, mons per medium diuisus uirginem suscepit et ad aliam partem eiecit.
Mientras subía el padre hasta ahí, habiendo preguntado a dos pastores que apacentaban sus rebaños, si habían visto a la joven fugitiva, uno de ellos, deseando salvarla, lo negó con juramento; pero el otro, queriendo que muriese, la señaló con el dedo. Y de inmediato él y sus ovejas se convirtieron en piedras, que permanecen ahí hasta el presente.
Quo dum pater ascendens, duos pastores greges pascentes, interrogasset an puellam fugientem uidissent, unus eorum cum iuramento negauit, eam saluare cupiens; alter uero ipsam digito ostendit, eam occidi uolens. Moxque ipse cum pecoribus suis in lapides conuersi sunt, usque in presens ibi manentes.
El padre, tras capturarla, arrastrarla de los cabellos y golpearla duramente, al día siguiente la entregó al gobernador Marciano para que la castigase. Y habiendo ella confesado a Cristo y respondido que los ídolos de los paganos eran demonios, el gobernador ordenó desnudarla y golpearla con nervios crudos y frotar sus heridas con sacos de cilicio. Después fue puesta en la cárcel con los pies sujetos a un cepo; ahí es confortada por el Señor que se le apareció de noche y sus heridas son cerradas.
Quam pater apprehensam et per capillos tractam et durissime cesam, Martiano presidi die sequenti tradidit puniendam. Et dum Christum confiteretur et idola gentium demonia esse contestaretur, iussit eam preses spoliatam et crudis neruis cedi, ac cilicinis saccis plagas eius extergi. Deinde carceri immissam pedibus in ligno constringi; ubi Domino sibi noctu apparente confortatur ipsiusque uulnera consolidantur.
Al día siguiente habiéndola el gobernador confiado a la piedad de los dioses y habiéndose reído la virgen de su locura, ordenó que se la colgase de los pies, se le rasgase los costados con ganchos y se le aplicasen velas ardientes. Además le golpearon la cabeza con martillos hasta que derramó por tierra abundante sangre de la nariz. Luego hizo cortarle los pezones y fue conducida desnuda por la ciudad.
Quod dum die sequenti preses deorum pietati ascriberet et uirgo eius insaniam derideret, iussit eam uersis pedibus suspendi, et latera eius unguibus radi atque ardentes lampades applicari. Insuper et caput malleis contundi donec de naribus ipsius sanguis abunde stillaret in terram. Deinde mammillas fecit precidi ipsamque nudam per ciuitatem circunduci.
Habiendo orado al Señor, mientras era llevada así, un ángel se le apareció, envolvió su cuerpo desnudo con una estola blanca, le devolvió los pezones y sanó todas sus llagas. Cuando el gobernador supo aquello, lleno de una rabia descontrolada, mandó decapitarla.
Conduciéndola su padre al monte donde la había capturado, con sus propias manos le cortó la cabeza, y de inmediato él fue consumido por un fuego celestial.
Dum autem sic ducta orasset ad Dominum, angelus sibi apparens denudatum corpus eius candida stola contexit, et mammillis restitutis plagas omnes sanauit. Quod dum preses cerneret, furore nimio repletus, eam decollari mandauit.
Quam pater ad montem ubi eam comprehenderat adducens, caput eiusdem manibus propriis amputauit, moxque ab igne celesti consumptus est.
El cuerpo de la virgen fue sepultado por Valentiano, un cristiano de Nicomedia, en el segundo día antes de las nonas de diciembre, y pasado el tiempo fue trasladado de ahí a Constantinopla.
Después fue llevado a Venecia por algunos nobles venecianos. Se dice que reposa en la iglesia de Santa María de los frailes crucíferos.
Corpus autem uirginis a Valentiano, quodam christiano Nicomedie, sepultum est, die secundo nonas decembris, indeque temporis processu Constantinopolim translatum.
Postmodum a uenetis quibusdam nobilibus Venetias delatum. Requiescere dicitur in ecclesia Sancte Marie cruciferorum.