martes, 15 de mayo de 2012

Qui velatus facie


Todos los cultores de la música antigua están familiarizados con la frase Qui velatus facie, que da título al primer de un grupo de motetes compuestos por el genial músico renacentista Josquin des Prez (¿1455 - 1521). Lo que no siempre sabemos es el trabajo de "deconstrucción y construcción" que hay detrás de muchas composiciones de este tipo. En otros artículos nos hemos detenido en analizar las variaciones de los textos (himnos, oraciones, antífonas) a manos de teólogos y copistas medievales. Ahora quisiera detenerme en analizar cómo los músicos también manejaron libremente los textos, ordenándolos o recortándolos según las exigencias que les imponía la creación musical.

Los textos que usó Josquin para su ciclo de motetes están tomados de un Officium de pasione Domini, que se había popularizado a finales del s. XV, en parte porque se atribuía a san Buenaventura (1221 - 1274), que supuestamente lo habría escrito a petición del rey san Luis de Francia, pero hay buenas razones para colocarlo entre los textos apócrifos del escritor franciscano (cf. Opera Omnia s. Bonaventurae, a cura de Adolpho Peltier, Parisiis 1871, vol. 1, p. lxxviii).
Este Officium comprendía una serie de oraciones, salmos, himnos y lecturas evangélicas que abarcaban desde el Matutinum, el oficio que se rezaba antes del amanecer, hasta el Completorium, el oficio que se rezaba antes de ir a dormir (el texto completo en o. c., vol. 14, p. 155 - 161).

Josquin usó para su composición musical solo algunos de los himnos incluidos en el Officium y los coloca en un orden distinto al original. Las alteraciones más patentes las encontramos en el motete In flagellis, en el que mezcla versos del himno de vísperas y de la hora sexta. También es muy llamativo que el motete Christum ducem se haya colocado al final del ciclo, pues éste es el himno que originalmente correspondía a las Laudes y por lo tanto, anterior al himno Qui velatus facie, que pertenecía a la Hora prima. Sin embargo el cambio no encaja mal porque en la obra de Josquin queda como una oración conclusiva que abre al creyente la esperanza de la gloria eterna, conseguida por la pasión de Cristo. Por último, otro rasgo llamativo es la ausencia de la hora nona en la composición de Josquin.

Verspottung Christi (La burla a Cristo) de Jan Baegert (¿1465 - 1527?), en el Stadtmuseum Münster, Alemania. Panel que originalmente pertenecía a un altar retablo.

Entre los manuscritos de este Officium, como es habitual, existen algunas pequeñas divergencias en la escritura de algunos versos, y de éstos con el texto usado por Josquin.
Las más llamativas son: el añadido al primer verso: [Tu], qui velatus facie..., y la ausencia del verso et penurias sustinuisti, la lectura alternativa de la 4ª estrofa (fac sitire, da venire, en lugar de fac nos ire et venire) y en la última estrofa (qua fidelis dare velis aeterna nobis gaudia en lugar de ac etiam dare velis beata nobis gaudia).
A continuación presento el texto tal como lo propone Josquin, según aparece en la colección de motetes de Ottaviano Petrucci (Motetti B, 1503), y coloco entre corchetes a qué hora canónica pertenecía originalmente cada himno.

[Ad primam]
Qui velatus facie fuisti
et penurias sustinuisti,
sol iustitiae,
flexis illusus genibus,
caesus quoque verberibus,
te petimus attentius,
esto nobis propitius
et per tuam clementiam,
perducas nos ad gloriam.
[En la hora prima]
[Tú] que se te cubrió el rostro
y soportaste penurias,
sol de justicia,
mofado por los que se arrodillaban
y golpeado con una vara,
te pedimos diligentemente
que nos seas propicio
y que por tu clemencia
nos conduzcas a la gloria.
[Ad tertiam]
Hora qui ductus tertia
fuisti ad supplicia,
Christe, ferendo humeris
crucem pro nobis miseris:
fac sic te nos diligere
sanctamque vitam ducere,
ut valeamus requie
frui caelestis patriae.
[En la hora tercia]
[Tú] que en la hora tercia fuiste
conducido al suplicio,
oh Cristo, portando al hombro
la cruz por nosotros, miserables:
haz que de tal modo te amemos
y llevemos una vida santa
que podamos en paz
gozar de la patria celestial.
[Ad vesperas]
In flagellis potum fellis
bibisti amarissimum.
Omni genti recolenti
tuae mortis supplicium,
da virtutem et salutem,
Christe, redemptor omnium.
[Ad sextam]
Honor et benedictio
sit crucifixo Filio,
qui suo suplicio
nos redemit ab inferno.
[En vísperas]
En el tormento una bebida de hiel
amarguísima bebiste.
A todo el pueblo que contempla
el suplicio de tu muerte,
dale fuerza y salvación,
oh Cristo, redentor de todos.
[En la hora sexta]
Honor y bendición
sean dadas al Hijo crucificado
que con su suplicio
nos redimió del infierno.
[Ad vesperas]
In amara crucis ara
fudisti rivos sanguinis,
Iesu Christe, Rex benigne,
consors paterni luminis.
Sanguis Christi, qui fuisti
peremptor hostis invidi,
fac nos ire et venire
ad cenam Agni providi.
[En vísperas]
En el amargo altar de la cruz
derramaste ríos de sangre,
oh Jesucristo, rey benigno,
copartícipe de la Luz paternal.
Sangre de Cristo, que fuiste
el aniquilador del enemigo envidioso
haznos acudir y asistir
a la cena del Cordero providente.
[Ad completorium]
Qui iacuisti mortuus
in petra rex innocuus,
fac nos in te quiescere,
semperque laudes reddere.
Succurre nobis, Domine,
quos redemisti sanguine,
et duc nos ad caelestia
aeternae pacis gaudia.
[En la hora de completas]
[Tú] que yaciste muerto
en una roca, rey inocente:
haznos descansar en Ti
y dirigirte alabanzas por siempre.
Socórrenos, oh Señor,
a los que redimiste con sangre,
y llévanos a los celestiales
gozos de la paz eterna.

[Ad laudem]
Christum ducem, qui per crucem
redemit nos ab hostibus,
laudet coetus noster laetus,
exultet caelum laudibus.
[En laudes]
A Cristo, el Guía, que por la cruz
nos redimió del enemigo,
le alabe nuestra gozosa asamblea
que el cielo exulte con cánticos
Poena fortis tuae mortis
et sanguinis effusio
corda terant, ut te quaerant,
Iesu, nostra redemptio.
El hondo dolor de tu muerte
y la efusión de tu sangre
estrujen los corazones, para que te busquen,
oh Jesús, redención nuestra.
Per felices cicatrices,
sputa, flagella, verbera,
nobis grata sint collata
aeterna Christi munera.
A través de tus benéficas cicatrices,
escupitajos, azotes, golpes,
se nos ha concedido los gratos
dones eternos de Cristo.
Nostrum tangat cor, ut plangat,
tuorum sanguis vulnerum,
in quo toti simus laeti,
conditor alme siderum.
Que toque nuestro corazón, para que llore,
la sangre de tus heridas,
en la que todos nos regocijamos,
oh indulgente Creador del firmamento.
Passionis tuae donis,
Salvator, nos inebria,
ac etiam dare velis,
beata nobis gaudia.
Con los dones de tu pasión
embriáganos, oh Salvador,
y también quieras darnos
los gozos celestiales.

Verspottung Christi (La burla a Cristo) de un pintor alemán conocido como Meister von Messkirch, activo entre 1512 - 1540, en el National Museum de Varsovia, Polonia.

El verso qui velatus facie fuisti hace alusión al relato de la pasión (Mc 14, 65; Lc 22, 64) según el cual cubrieron el rostro de Jesús y le daban bofetadas diciendo : "profetiza".
El verso flexis illusus genibus está inspirado en Mc 15, 18-19 que refiere que los soldados de Pilatos se arrodillaban ante Jesús diciendo "Salve, rey de los judíos".
El verso qui iacuisti mortuus in petra alude al hecho que el sepulcro de Jesús estaba excavado en la roca (Mt 27, 60; Mc 15, 46: in monumentum, quod erat excisum de petra).
El título Dux atribuido a Cristo (Christum ducem), es poco usual pero tiene fundamento bíblico en Ex 13, 21; 15, 13; Dt 32, 12; Is 55, 4; Miq 5, 2.
En el verso corde terant, tengamos en cuenta que el verbo tero implica la idea de golpear y limpiar, en cuanto antiguamente se lavaba la ropa golpeándola, usualmente contra una piedra: la sangre de Cristo y el dolor de su muerte son el agua y la piedra en la que el corazón del creyente se purifica.

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