miércoles, 21 de diciembre de 2011

Crucigramas en latín: diciembre 2011

Salvete amici! Durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo solemos tener un poco más de tiempo libre que el habitual: en el hemisferio norte vemos como cada día baja el termómetro y la gente prefiere estar en casa, mientras que en el hemisferio sur la gente se prepara a comenzar las vacaciones de verano: estés donde estés, siempre es una buena ocasión para medir nuestras fuerzas en la Harena Verborum.

He aquí el enlace en documento de texto de Open Office:
 https://1drv.ms/w/s!AtHl5SZqDiVbglnEGWkaLRlrhK8P?e=dYscb3

Felices fiestas del Natalis invicti solis!
Disco de plata con la imagen del Sol Invictus (s. III). British Museum, Londres.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Cornelia: maternidad y política

Nos equivocamos si creemos que Cornelia sólo era una madre consagrada a sus hijos y su hogar, ya que desde los tiempos de Augusto se prefirió exaltar su fecundidad, el haber sido "mujer de un solo hombre", su desapego a las "vanidades femeninas" y su dedicación a los hijos.
En realidad ella fue mucho más. Sabemos que ella estuvo entre las primeras mujeres que se dedicaron al estudio: una cosa extravagante para los romanos de su época. No sólo procuró la mejor educación para sus hijos, con maestros griegos, sino que ella misma destacó en retórica. Por el testimonio indiscutible de Cicerón (legimus epistolas Corneliae Gracchorum matris: apparet filios non tam in gremio educatos quam in sermone matris. Brutus, 58, 211) y de Quintiliano (nam Gracchorum eloquentiae multum contulisse accepimus Corneliam matrem, cuius doctissimus sermo in posteros quoque est epistolis traditus. Inst. Orat. 1, 1, 6) sabemos que hablaba y escribía con elegancia y que una colección de cartas de ella se conservó por escrito.
De esa colección sólo han llegado hasta el día de hoy dos fragmentos, a través del historiador romano Cornelio Nepote (¿100 - 25? a.C.), el cual habría recogido algunos fragmentos "ex epistola Corneliae Gracchorum matris excerpta", probablemente incluidas en una biografía que éste escribió sobre sus hijos.
Mucho se ha discutido entre los estudiosos sobre la autenticidad de estos fragmentos, sobre todo por lo poco y lleno de vicisitudes que nos ha llegado de los escritos del propio Cornelio Nepote. Ha sido muy tentador para varios estudiosos pensar que esos escritos son "recreaciones literarias", o sea, meras ficciones o falsificaciones, atribuidas a propósito o por error a Cornelia, la madre de los Graco. Lo que nadie pone en duda es que se trata de genuino estilo y gramática de la aristocracia romana del siglo II a.C., es decir, la época en que vivió Cornelia. Por otro lado, en el contenido de la carta no se encuentra serias razones para negar su autenticidad: por lo tanto se puede afirmar con bastante seguridad que esos fragmentos pertenecen a aquella colección de cartas de Cornelia, atestiguadas por Cicerón y Quintiliano, y por tanto que nos encontramos ante el texto literario latino más antiguo escrito por una mujer, que ha llegado hasta nuestros días.

"Cornélie, mère des Gracques" grupo de mármol de Jules Cavelier (1814-1894). Musée d'Orsay, París.
La carta está dirigida a su hijo Gayo. Después del cobarde asesinato de Tiberio (133 a.C.), por su reformas políticas para impedir los abusos de los patricios ricos contra los plebeyos, su hermano menor, Gayo, quiso continuar sus reformas sociales, por lo cual se presentó a las elecciones y obtuvo el cargo de tribunus plebis, el año 123 a.C. La carta de Cornelia debe situarse poco antes de esa fecha, pues ella trata de persuadirle de que no se presente en política con la intención de vengar a su hermano, pues sus enemigos son muchos y poderosos.
A continuación, leemos los dos fragmentos que de esa carta nos han llegado hasta hoy:

Cornelio Nepote, De viris illustribus, fragmenta 1:

1. Texto de la carta de Cornelia, madre de los Graco, extraído del mismo libro de Cornelio Nepote.
1. Verba ex epistula Corneliae Gracchorum matris ex eodem libro Cornelii Nepotis excerpta
Dices que es bueno vengarse de los enemigos. A nadie más que a mí eso le parece lo más grande y bueno, pero [sólo] si puede conseguirse manteniendo a salvo la república. Pero eso no puede ser, ya que nuestros enemigos en mucho tiempo y en gran número no perecerán, y es preferible que ellos estén, como ahora están, a que se arruine y perezca la república.
Dices pulchrum esse inimicos ulcisci. Id neque maius neque pulchrius cuiquam atque mihi esse videtur, sed si liceat re publica salva ea persequi. Sed quatenus id fieri non potest, multo tempore multisque partibus inimici nostri non peribunt atque, uti nunc sunt, erunt potius, quam res publica profligetur atque pereat.
Lo mismo de otro pasaje.
Con palabras solemnes me atrevería a jurar que, excepto los que asesinaron a Tiberio Graco, ningún enemigo me ha dado tantos pesares y tantas angustias como tú con este asunto: el que, de todos los hijos que tuve antes, debía aliviar y cuidar de parte [de ellos], para que tuviese el mínimo de inquietud en la vejez, y que en todo lo que hicieses quisieras agradarme en lo posible, y tuvieses como impío hacer algo de gran importancia contra mi opinión, especialmente a mí, a quien le queda un breve tiempo de vida.
Eadem alio loco.
Verbis conceptis deierare ausim, praeterquam qui Tiberium Gracchum necarunt, neminem inimicum tantum molestiae tantumque laboris, quantum te ob has res, mihi tradidisse: quem oportebat omnium eorum, quos antehac habui liberos, partis [eorum] tolerare atque curare, ut quam minimum sollicitudinis in senecta haberem, utique, quaecumque ageres, ea velles maxime mihi placere, atque uti nefas haberes rerum maiorum adversum meam sententiam quicquam facere, praesertim mihi, cui parva pars vitae superest.
¿Ni siquiera este breve tiempo puede ayudar para que no me contraríes y arruines la república? ¿Luego cuál será el final? ¿Alguna vez dejará nuestra familia de delirar? ¿Alguna vez podrá tener mesura? ¿Alguna vez dejaremos de seguir recibiendo y causando pesares? ¿Alguna vez se avergonzará de agitar y perturbar la república?
Ne id quidem tam breve spatium potest opitulari, quin et mihi adversere et rem publicam profliges? Denique quae pausa erit? Ecquando desinet familia nostra insanire? Ecquando modus ei rei haberi poterit? Ecquando desinemus et habentes et praebentes molestiis insistere? Ecquando perpudescet miscenda atque perturbanda re publica?
Pero si nada de esto puede ser, busca el cargo de tribuno  cuando yo muera: ¡por mí haz lo que quieras, con tal que yo no lo sepa!
Cuando yo muera, me honrarás con sacrificios e invocarás el dios paterno. ¿En ese momento no te avergonzarás de elevar preces al dios de aquéllos, a los que vivos y presentes tuviste abandonados y descuidados?
Sed si omnino id fieri non potest, ubi ego mortua ero, petito tribunatum: per me facito, quod lubebit, quum ego non sentiam.
Ubi mortua ero, parentabis mihi et invocabis deum parentem. In eo tempore non pudet te eorum deum preces expetere, quos vivos atque praesentes relictos atque desertos habueris?
¡No permita Júpiter que perseveres en eso ni que tal locura entre en tu mente! Pero si perseveras, me temo que por tu propia culpa recibirás tal desgracia para toda la vida que nunca podrás sentirte satisfecho con seguridad.
Ne ille sirit Iuppiter te ea perseverare nec tibi tantam dementiam venire in animum! Et si perseveras, vereor, ne in omnem vitam tantum laboris culpa tua recipias, uti in nullo tempore tute tibi placere possis.

"Cénotaphe des Gracques", grupo en bronce de Eugène Guillaume (1822-1905). Musée d'Orsay, París.

Por desgracia para Gayo, desoyó el análisis político de Cornelia que era certero: los poderosos terratenientes y aristócratas no le permitieron continuar con las reformas y en la primera ocasión lo condenaron a muerte, aunque Gayo antes de caer en sus manos prefirió suicidarse (121 a.C.).
Cornelia aparece ante nuestros ojos como una mujer inteligente, educada, fría en el cálculo político y al mismo tiempo con un amor maternal lleno de vehemencia: ella percibe que la actitud de su hijo sólo atraerá desgracias a él, a su familia y a la república, y por eso trata de apartarlo de su propósito con todos los argumentos que puede usar alguien que trata de salvar al que ama. Sin duda no se puede reprochar, ni a ella como madre ni a ellos como hijos, por hacer lo que debían de hacer: por eso ocupan un lugar en la Historia.