martes, 18 de octubre de 2011

La tumba del gladiador

Los gladiadores alcanzaron tanta fama en la época imperial que muchos jóvenes voluntariamente se alistaban en los ludus gladiatorum con la esperanza de alcanzar rápidamente la gloria y la riqueza.
Pero la realidad era que pocos llegaban a sobrevivir bastante tiempo como para disfrutar de algo más que una gloria efímera.
Hasta nosotros han llegado muchas inscripciones sepulcrales de aquella época (sobre todo gracias a la minuciosa tarea de eruditos alemanes del s. XIX) a través de las cuales podemos conocer algo más sobre la vida en la antigua Roma.
En Verona (norte de Italia) se halló la siguiente inscripción tallada en una estela de piedra (aunque actualmente pérdida, por desgracia) dedicada a un gladiador de parte de su esposa y sus hinchas. Sabemos que era un retiarius (el que peleaba con una red y tridente) porque estaban tallados el característico yelmo y el tridente.
En las inscripciones romanas se solía usar muchas abreviaturas (como hoy en los SMS), por lo cual coloco primero el texto tal como aparecía escrito, luego la reconstrucción  (véase ILS 5120) y la traducción.

D  M
Glauco n  mutinensis
pugnar VII  ø VIII
vixit ann XXIII  d  V
Aurelia marito  b  m  et amatores huius
Planetam suum procurare vos moneo
in Nemese ne fidem habeatis sic sum deceptus
Ave Vale
(ILS 5121)
Dis Manibus.
Glauco natione muthinensis,
pugnarum VII, obitus VIII,
vixit annos XXIII dies V,
Aurelia marito bene merenti et amatores huius.
Planetam suum procurare vos moneo
in Nemese ne fidem habeatis:
sic sum deceptus!
Ave! Vale!
A los dioses Manes.
A Glauco originario de Módena,
[vencedor] de 7 combates, muerto en el octavo,
vivió 23 años y 5 días.
Para su amado esposo Aurelia y sus hinchas.
Os aconsejo cuidar de vuestra propia estrella
y que no os fieis de (la diosa) Némesis:
¡así me ha defraudado!
¡Salve! ¡Adios!

Los dioses Manes eran espíritus benévolos de ultratumba a quienes la religiosidad romana solía encomendar sus difuntos. La diosa Némesis (la Justicia) era la que castigaba el orgullo y la arrogancia de los hombres. Por otro lado la mención del planeta nos deja constancia de la difusión de la astrología y la creencia en la influencia benigna o maligna que podían tener los planetas en nuestra vida. Así pues era común atribuir la propia derrota a la voluntad desfavorable de algún dios o la mala interpretación de los astros.


El mosaico muestra dos escenas de la victoria del secutor Astyanax sobre el retiarius Kalendio, junto a ellos los árbitros o summa rudis.
(Mosaico del Museo Arqueológico de Madrid).

A partir de estos datos podemos esbozar la figura de este gladiador: Nacido en Módena, donde quizás ya inició su carrera pero emigró a Verona donde existía un anfiteatro de mayor prestigio y donde rápidamente se hizo con un grupo de fieles seguidores que no dudaron en ayudar en los gastos del sepulcro de su ídolo. Su verdadero nombre no lo conocemos pues Glauco es el nombre de un personaje de la mitología griega, es decir, era su apodo o nombre de combate.
La advertencia final, aunque está puesto en boca del difunto, seguramente expresa más bien la creencia y el sentimiento de su viuda, Aurelia, sin duda la más devota seguidora de su marido y ciegamente segura de su éxito: para desgracia de ambos sus sueños han terminado en desgracia. Un último saludo ¡Ave! al campeón y luego el definitivo ¡Vale! (aunque traducido habitualmente en español como "adios", textualmente más se aproxima a nuestro "cuídate" cuando nos despedimos de alguien).
Con recién cumplidos 23 años terminó la carrera del retiarius Glauco: pero quizás esa misma mezcla de ambición, violencia, juventud e insensatez, fue la que contribuyó a la leyenda y la fama inmortal de los gladiadores.

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