miércoles, 12 de octubre de 2011

Ave Caesar, morituri te salutant

Seguramente una de las frases latinas más conocidas es el llamado "saludo de los gladiadores". Pero ¿qué sabemos realmente acerca de esta frase?
Entre los escritos de la Antigüedad hallamos solo dos autores que lo mencionan: Suetonio (c. 70 - c. 130), que escribió en latín, en su obra La vida de los césares; y Casio Dión (c. 160 - c. 229), que escribió en griego, en su obra Historia romana.
Ambos coinciden en citar la frase como parte de una anécdota de la vida del emperador Claudio (cuya vida fue popularizada por la exitosa serie televisiva inglesa Yo, Claudio, basada en la novela homónima de Robert Graves).
Según esos escritos, el año 52 d. C. el emperador Claudio había organizado una naumaquia en el lago Fucino (actual provincia de L'Aquila, Italia central: en el s. XIX se drenó completamente). El espectáculo representaba un combate entre una flota de Sicilia y una de Rodas, con un total de 24 naves de guerra. Un tritón de plata, que movido por una maquinaria surgiría en medio del lago, daría la señal para el inicio de la batalla. Pero cuando todo estaba a punto para empezar, ocurrió "un pequeño incidente".
Dejamos la palabra al mismo Suetonio (Claudius, 21, 6):
... ya que cuando los combatientes exclamaron: "¡Ave emperador, los que están a punto de morir te saludan!" [Claudio] respondió : "¡O no!", y tras esa respuesta, como si se les hubiese dado el perdón, ninguno quería combatir .....
... sed cum proclamantibus naumachiariis: "Haue imperator, morituri te salutant!" respondisset: "Aut non!", neque post hanc uocem quasi uenia data, quisquam dimicare uellet, .....

Bastante esfuerzo le costó a Claudio convencerles que se trataba de un malentendido y que sus palabras habían sido simplemente una broma, pues Suetonio nos relata que:

... finalmente se levantó de su trono y corriendo por el borde del lago, no sin una vergonzosa cojera, en parte con amenazas, en parte con ruegos, los empujó a la lucha.
..... tandem e sede sua prosiluit ac per ambitum lacus, non sine foeda uacillatione, discurrens, partim minando, partim adhortando, ad pugnam compulit.
Así pues, la famosa frase parece que fue una expresión casual y que se conservó por escrito debido a la anécdota que surgió por el malentendido.


Mosaico de un trirreme romano (Museo arqueológico de Sousse, Túnez)
Lo irónico es que siempre se conserva esta frase como símbolo de estoicismo ante la muerte, cuando en realidad los que la pronunciaron, a la primera ocasión, se aferraron a un subterfugio para no combatir. Indudablemente entre aquellos desgraciados, condenados a morir para diversión de otros, había gente bastante inteligente y audaz que supo coger la frívola ironía del emperador como una tabla de salvación.
Un último apunte: la frase en griego tiene una leve diferencia pues dice: "ave emperador, los que vamos a morir te saludamos". Pero Casio Dión no explica en detalle el malentendido entre el emperador y los gladiadores y solamente se limita a señalar que al inicio los gladiadores no querían combatir.

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